EN LA TERRAZA DE UN BAR

Me trasladé unas semanas a Barcelona. Vivía con una amiga que me dejó compartir su precioso pisito.
Está en la zona gay de la ciudad, en concreto en "territorio trans". Así que estaba como en casa.
Viviendo en Ibiza, ese ambiente poco convencional me gustaba, me costaba menos adaptarme.
Me encanta hacer vida de barrio y en varias de mis salidas me crucé con una vecina hermosísima. Claramente chica bio, morena, media estatura, con curvas de infarto, culazo y unas tetonas que además destacaba con pronunciados escotes la mayoría de veces.
Recuerdo un día que llevaba un top ajustado de algodón, la tenía delante en la cola del super, y pude ver con claridad que llevaba piercings en los pezones, uff.
Mi amiga no la conocía personalmente pero de vista la tenía más que fichada.
Y luego su sonrisa, por favor, qué boca, qué todo. Era simplemente especial, un ángel que me ponía morbosa y deseosa siempre que la veía.
Y una tarde que iba a una terraza, debajo de casa a merendar, ahí estaba, sentada sola, trasteando con su móvil.
Llevaba una blusa desabrochada dejando ver casi todo, sin bra, una falda corta parecía y sandalias de playa.
Me puse hasta nerviosa. Me senté en la mesa de al lado, levantó la vista, me miró y me sonrió. Ya iban varias ocasiones que nos seguíamos con la mirada y sonreíamos.
Pasaban los minutos, cada una en su mesa y nos íbamos cruzando miradas, como controlándonos, sonriendo. Ya era evidente que había algo más. Así que envalentonada me levanté, tomé mi copita de vino blanco y mis aceitunas y le dije si podía sentarme con ella.
Ella ofreciéndome esa sonrisa maravillosa me dijo que claro.
Yo iba con una camisa azul marino bastante desabrochada también, como casi siempre sin bra, un short tejano y como ella sandalias playeras. Era verano.
Y en esas comenzamos a charlar animadamente, de cosas inocentes al principio, lo que hacíamos, que tal estábamos llevando el verano, todo muy light, pero tremendamente delicioso.
Estaba claro que las dos andábamos coqueteando y empezábamos a sacar las armas de depredadora que llevábamos dentro. Acariciarnos el brazo, una mano encima de la de la otra, acercarnos mucho para hablar en voz baja. Alguien desde fuera seguro habría disfrutado con esta especie de cortejo por ambas partes.
Y poco a poco la conversación se fue poniendo interesante, hasta el punto de empezar a hablar de novios, novias, últimas relaciones y las dos nos confesamos bisexuales.
Ahí pensé "punto para mí". A todo esto yo no le había dicho que era trans ni sabía si ella se había dado cuenta. Confiaba en que al menos lo intuyera.
Aquello corazones, empezó a subirse de tono y de repente me confiesa que ella no suele llevar ropa interior.
Mi cerebro procesó eso a velocidad de vértigo, la pensé sentada allí con una mini falda, sin braguitas y me dio hasta un calambre y todo.
Debió entender mi cara de sorpresa porque se puso a reír a carcajada limpia.
Está claro que en ese momento, en ese juego que llevábamos, se había anotado un tanto estratégico crucial. Y abusó de ello.
Sin dejar de reír, me toma la mano y se la lleva debajo de la mesa, debajo de su falda. Mmmmmmmmmmm...
La mezcla de la escena, el contacto de aquello tibio, empapado, lo descarado de su actitud, su seguridad. Quedé totalmente rendida si no lo estaba ya.
Pero como una es como es y en el fondo mi instinto de supervivencia está muy entrenado me recompuse rápida y no solo no aparté la mano si no que sonriendo le metí un par de dedos bien adentro de ese coñito increíble.
Ella abrió mucho los ojos, encantada, sorprendida, me agarró del cuello y me buscó la boca.
No había nadie y era una mesa muy apartada pero si en ese momento hubiese habido cien personas mirando creo que no nos habría importado lo más mínimo.
Seguí dedeándola fuerte, disfrutando en cada giro, en cada inserción, mientras nuestras lenguas acallaban los gemidos.
Aquello era una de las experiencias más ricas de mi vida y no quería que acabase pero era tal nuestra excitación que el desenlace era inevitable. De repente me besó más fuerte, me mordió un labio, gimió más duro y en ese momento noté cómo me inundaba la mano con su cremita de putita hermosa.
La dejé ahí, metida bien adentro, apretando fuerte el lomito mientras ella acababa sus espasmos. Nuestras bocas unidas, selladas como una sola.
Unos segundos que parecieron semanas. Se apartó despacio, sin dejar de sonreír, congestionada y yo retiré la mano suavemente. La subí encima de la mesa, estaba totalmente encharcada.
Ella la miró, la tomo, me miró, y se la llevó a la boca para lamerla dedito a dedito. Yo no podía más, uffff, era cada momento más caliente que el anterior.
Cuando acabó se acercó, me abrazó, me besó el cuello y en ese momento bajó la mano y la apoyó en mi short. El bulto era enorme, imposible disimular aquello que me oprimía hacía rato. No recordaba una erección así en la calle.
Y en ese momento sentí pavor, pánico, no le había dicho nada, todo estaba ocurriendo en décimas de segundo.
Ella se apartó de mi cuello, me miró fijamente a los ojos, instantes que me parecieron siglos de reproches. Tenía su mano apoyada firmemente en mi pene enorme, por encima del pantalón.
Pero no, la sonrisa que apareció en su cara de oreja a oreja no la olvidaré jamás. Y mientras apretaba con fuerza el bulto, como si quisiera exprimir el tronquito, me metió la lengua hasta mi garganta.
Os confieso que no me corrí en ese instante no sé cómo. Hoy lo escribo y me excito igual que aquel entonces.
Yo normalmente soy la incitadora, la que propone, la que busca.
Ese día mi rol fue de sumisión total, dejándome sorprender a cada movimiento.
Se levantó, me dijo "arréglate que pago y subimos a casa". Se levantó, entro en el bar, pagó y al salir yo ya estaba de pie. Cuando la vi venir hacia mi me pareció una diosa, una especie de amazona mitológica.
Me tomó de la mano, andamos cuatro o cinco portales y entramos en el suyo, vivíamos a escasas dos manzanas.
Abrió la puerta de su casa, pasamos, cerró con llave y tal como entramos me empujó hacia la puerta, por dentro. Yo de pie. Se puso de cuclillas delante, la cara a la altura del short. Me miraba constantemente, nunca dejaba de sonreír, yo hechizada totalmente.
Y empezó a sacarme el cinturón. Siempre he amado ese momento, que en vez de bajarte la cremallera directamente se recrean sacando primero el cinturón de cada trabilla alargando y alargando la espera.
Me empezó a bajar la cremallera, deleitándose y en un gesto único me sacó a la vez el short y el tanguita por mis tobillos.
Y ahí estaba, dura como un mástil, 23cm depilados con esmero, bañaditos en precum de la excitación difícilmente contenida.
Y su boca como un resorte empezó a saborearme, a besarme, a libarme, cada centímetro, de abajo a arriba, de arriba a abajo.
Daba golpecitos en la cabeza con la lengua mientras agarraba con fuerza, la mano quieta, sin masturbarme, solo chupando, succionando.
Yo la espalda en la puerta sin dejar de mirar la escena. Ella de vez en cuando levantaba la mirada, sonreía putita y volvía a comer y comer.
Me sacaba gemidos como le daba la gana, solo que apretara un poco más, chupara un poco más fuerte o frotara con la mano ya provocaba en mi la reacción esperada.
Hasta que aceleró, comenzó a comerla entera, mmmmm, en el fondo siempre deseas que ocurra pero bueno a veces no es así. Pero cuando ves que la hacen desaparecer del todo hasta las bolitas te sientes una reina.
Todo se precipitaba, sus manos ahora ya me masajeaban duro el tronco, la boca acaparando todo, sus uñas se clavaban en mi muslo o detrás, peor aún, en mis nalgas.
Hice un gesto tímido con la mano, me la tomó y la apartó delicada y se puso a chupar más fuerte aún, más duro.
No necesitaba más información para entender lo que quería.
Y ocurrió, cuando ya no podía más, por más que quise alargar ese placer me derrotó. Me clavó fuerte las uñas atrás al tiempo que estallaba en su paladar, mmmmmmmmmmmm.
Sentí que vaciaba toda mi lechita en su boca, y que ella tragaba y chupaba al tiempo. Cuanto más salía más parecía gustarle, ávida de biberón.
Hasta que me había dejado seca. Entonces se incorporó, se acercó a mi cara, a mi boca, y me plantó un beso intensísimo como queriendo compartir mis fluidos conmigo.
Reconocer mi sabor, mi olor, en su boca fue increíble.
Yo estaba temblando, literalmente, las piernas se tambaleaban, suerte de estar apoyada en la puerta.
Se apartó un poco, me tomo de la mano y me llevó a la cama.
Y ...
Published by Golosona27
4 years ago
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FENIXMASTER
FENIXMASTER 12 months ago
to Golosona27 : Gracias a ti por publicarla. Voy a leer otra de tus historias
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Golosona27
Golosona27 Publisher 1 year ago
to FENIXMASTER : gracias, me alegra que te gustase cielo
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FENIXMASTER
FENIXMASTER 1 year ago
Preciosa historia 🌹 
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Golosona27
Golosona27 Publisher 3 years ago
to lovetv1234 : mmmm me encanta producirte cositas, estaríamos todo el día dejándonos sequitas y probando todo
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lovetv1234
como me hubiera gustado saborear tu leche en su boca... has conseguido que me corra otra vez... 
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gustavos33 3 years ago
maravillosa mmmmmm
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