UN LARGO Y CÁLIDO VERANO II

Voy a narrar a mis amigos libidinosos en esta siesta de verano, la historia de cuando de la mano de mi madre me hice hembra, hace ya muchos años. Por entonces, nos íbamos casi todos lo veranos a Bahía San Balas, Provincia de Buenos Aires. Dos meses de sol y playa en ese paraíso agreste. Una rambla larga, pocas casas, pescadores, campamentos y la aventura que da la libertad a esa edad, lejos del mundo y el ruido. Ya conocíamos a casi todo los pueblerinos fuimos por 3 años seguidos. Mi padre era gerente de un banco en Bahía Blanca y se venía los fines de semana.

Ese verano tenía mi secreto había dejado de ser niña. El sexo me llamaba, comencé a sentir el emplazando del cuerpo. En el convento, sobre fin de curso ya me masturbaba en el baño del colegio y disimuladamente en el banco de clase apretando rítmicamente mis piernas y balanceándome con algo durito sobre mi conchita. Podía ser la cartuchera, el pomo del agua. Después comencé a meterme cositas en la vagina y moverlas suavemente, mis preferidos, el mango del cepillo de pelo o mi dedito húmedo de salivita. Tuve mi primer espasmo sin saber lo que era haciendo mimos y manoseos en la falda de mi padre.

Que placer delicioso invadió mi cuerpo. Entonces tome conciencia de la metamorfosis que estaba ocurriendo en mi ser que modifico mis ansias. Por arte de magia se me acorto la falda tableada del uniforme del colegio, comencé a pintarme, peinarme con esmero, coqueteaba con mis compañeritos de clase y mis muslos se exhibían potentes y musculosos. Mi madre me observaba y se sonreía de mis cambios.

Cuento un secreto, hacia dos cuadras de mas para ir al colegio solo para transitar por enfrente de una obra que estaba llena de hombres que me miraban con deseo y me decían alguna grosería al pasar. Como me gustaba esa sensación de ser apetecida por esos barbaros y rudos machos. Se me fruncía la conchita de apetito.
Ese verano, el abuelo de Carlita mi amiga me había poseído en la cuadra de su panadería, les conté la historia. Era mi despertar erótico y con ello un mundo nuevo de emociones y delicias.

Los pechos me punzaban dulcemente, se acaecían turgentes con unos halos rosaditas re sensibles, empecé a usar corpiño para apretarlos un poquito y calmarme. Todo era sensaciones del cuerpo y sexualidad. Los juegos de siesta con Carlita subieron de tono, pasaron de toqueteos sin experiencia a casi sexo lésbico entre putitas gozadoras.
Con el abuelito nos vivíamos encontrando para fornicar casi noche por medio. Me poseía en la cuadra de la panadería en un colchón mugriento. Creo que ya a esa cota era yo que lo consumía a él, porque acataba todos mis caprichos con tal de tenerme y por el miedo que yo contara lo que estaba pasando.

Mucho poder para una niña caprichosa y mala como yo que despertaba al dominio de someter a los hombres con hacerlos desear. Mis armas, una l****a que adoraba mamar y tomar la leche del semental, vicio que se perpetuo para siempre. Estaba todavía lejos de la experiencia y la conciencia de ser lo que soy. Si ya tenía en el encanto que produce la entrega incondicional y la obediencia sumisa para ceder a todos los caprichos del macho, conservando el poder de la situación. Me hacia desear, le sacaba dinero y lo tenia de la nariz.

Mis caderas se habían ensanchado visiblemente, estaba voluptuosa, mi vagina vivía siempre abierta, palpitando, húmeda, me ardía deseosa de sentir un pene en su interior. Que bella sensación…

Esa conmoción de la verga dentro de mi cuerpito y el placer supremo de extraer la leche de los cojones del hombre. Dios… solo toda esa energía traspasando a mi cerebro la simiente y la descarga seminal lograban calmarme por un rato. Unos orgasmos rítmicos compulsivos, me recorrían la espina dorsal cuando llegaba a la estasis y la intensidad del placer me dejaba quedar fuera de mí.

Mi organismo cambió, tome un bamboleo al caminar una traslación de las ancas que estimulaba miradas de deseo, chifles y babeos. Principiaba a engendrarse esa fragancia, esa feromona, de adolescente en flor convertida a hembra deleitosa que sacar de quicio a los libidinosos y lo disfruta. Era ya mi esencia, lo que he sido toda mi vida, una gozadora.

Mi castigo para toda mi vida hasta hoy, ocultar mi pasión y desvelo en una imagen que vendo de profesional seria. Una burguesa, rubía, menuda, bien preparada de buenos modales, conservadora que va a misa con la mama, mientras por dentro siempre voy ardiendo. Solo los veraneos, los fines de semana o cuando me voy lejos de casa soy lo que habita en mí, una putita gozadora.

Ese verano nos pintábamos con Carlita par salir de noche, nos poníamos ropa que marcara nuestra cola y busto, nos encantaba la codicia que provocábamos de que nos calificaran de putitas lesbianas.

Esa tarde me había tirado a dormirla sienta esperando que el sol bajara un poco para ir a la playa.
Mi madre, en ese entonces una dama de 50 años, siempre maquillada, bien vestida, producto de buenos colegios y una formación afrancesada. Blanca con una capellina para protege su cara del sol y en pose de figurín tenía unas piernas perfectas y una charla exquisita. Yo la miraba y sentía deseos de ser como ella porque cautivaba los hombres con sus gestos, y miradas.

Sentí voces y mire medio dormida por entre las esterillas de la ventana, era mi madre y el jardinero, un señor de unos 30 años, grande y musculoso. Le había llevado una jarra con agua. Estaba por girar para seguir durmiendo cuándo me pareció notar que una mano de mi madres hurgaba en la entre pierna del señor y masajeaba ese enorme bulto sin que el señor se inmutara. Qué es eso – me dije -

Si, no lo podía creer, es mas, se desprendió la bragueta y dejo salir aquella boa que mi madre acariciaba con delicia. Se puso de rodillas y se lo llevo a la boca con indisimulado placer, mientras acariciaba sus piernas y el la tomaba del pelo y sumergía la verga en su garganta.

Aquel inmenso falo desaparecía y surgía de la boca de mi madre que sorbía frenética y la cara de deleite del jardinero por la situación y la fricción que mi madre le propinaba. Era lo único que alanzaba a ver y que jamás olvidare. Sentí bronca, envidia y me di cuenta de lo poco que nos conocíamos con mi madre. De lo poco que hablábamos de sexo.

Cuando quise acordar me estaba masturbando dejándome llevar por lo que estaba sucediendo. Mi madre se estaba mamando al jardinero. Pronto mamá se hizo de la leche del señor que se derramo en su cara. Golosa lo junto con sus dedos y ser llevo el liquido a su boca. Creo que me escucho porque giro la cabeza, después le dio un beso y entro en casa.

Vino a mi cuarto, yo en la orilla de la cama no me atreví a mirarla, se paro frente a mí y en forma inesperada, -Plassss¡¡¡-… me pegó una cachetada, - mirona- me dijo, yo lagrimeaba de la sorpresa, nunca me había pegado, me abrazo, me mimo y me beso en la boca.

Sus labios olían a macho, su legua tenia restos de semen mesclado con la saliva, yo la sorbí excitada y llorando por el dolor de la cachetada. Me susurro al oído – Mi nena putita ya es una hembra que necesita macho – entre caricias, pasando su lengua por mi carita pasándome ese aroma a hombre que recién había robado.
Mama te va a iniciar en el mundo del placer ya eres una mujer y agregó. Pero tu reservada, siempre reserva, entre dos amigas... Nos acostamos abrazadas y nos quedamos dormidas por un rato. A la tardecita me llevó la merienda a la cama, me sacudió dulcemente para despertarme y me dijo – te bañas, te pones sexi y te pintas, esta noche te toca mi bebe, tu metamorfosis- . Me dio un beso y salió a hacer las compras, en un viejo buggi arenero que teníamos.
Dormite otro rato y me prepare temprano, ella andaba por al casa. Me bañe, seque mi pelo, me pase aceite de bebe en todo el cuerpo, una tanga negra, mini de tela vaquero celeste y tableado blanco y un top celeste.

Complementos. La tiara, las perlas de siempre en los lóbulos de las orejas, un poco de maquillaje y los labios delineados, un labial rojo profundo de Lancome y el perfume de mi madre, Chanel Nº5. No sentamos en el gasebo de la casa casi sin hablar, yo temblaba de curiosidad y deseo, mi madre esplendida vestida de dama. Solo - me dijo en un momento, con un beso en la mejilla, - estas divina mi nena – yo me estremecí de deseo y de curiosidad de cuál sería el acontecer, pero sabía que mi madre me cuidaría.

Llego de tardecita, casi noche el jardinero con otro señor como de su edad, fuertes, broceados por el sol y el salitre. Mamá los recibió con un beso, me echaron un vistazo como evaluando el placer que me podrían sacar, me saludaron y entramos los cuatro a la casa.

Su cuarto estaba perfumado, el aire prendido, un pote de vaselina sobre la cama y sobre la mesa de luz un bar improvisado, todo a media luz, mi madre se sirvió un trago con mucho hielo, les sirvió a ellos que me observaban extasiados. Se sentó en un sillón mientras los hombres, a un gesto suyo, me llevaban a la cama. – Son los dos para ti, mi chiquita – me dijo sorbiendo un trago con una sonrisa cómplice y maliciosa. Te van a gozar y tu a ellos.
Me agarraron, me besaban los pechos y me comían la boca, mientras sus manos hurgaban en mis piernas y sus dedos presionaban en mi conchita. Entre suspiros yo respondía a sus exigencias, pronto me habían denudado y ellos exhibían sus falos amenazantes y mis manos jugaban sudorosas con ellos. Devolvía beso a beso, con mi leguita y mis labios.

Me tiraron en la cama uno me tenía por la espalda, besaba mi cuello y apretabas mis pechitos sujetándome por detrás y el otro, creo que el jardinero, jugaba con sus dedos ensalivados en mi vagina ya mojada y deseosa.

Mi madre melosa entre mis piernas me decía cosas lindas en susurros, tomo un hielo del vaso y lo introdujo en mi vagina, apreté a la sensación de frio y lo fui derritiendo por el calor de las mucosas entre risas y suspiros de los cuatro. Pronto el pomo de vaselina entro en juego y me dilatè inevitablemente.

Las manos de mi mama abrieron mi vagina, los labios mayores, las partes mas intimas, sumergió su carita entre mis piernas y su lengua comenzó a jugar en mi clítoris. Que placer, los sementales me besaban el cuello, la caria y sometían mis pezones a sobadas y mordiscos, un dedo groso envaselinado entro en mi culito y gemí mimosa de dolor y placer, mientras mi madre me masturbaba con sus dedos mientras me mamaba. Estaba en el cielo.

A punto de explorar, mi madre se retiro a un costado acariciando al jardinero que tomo su lugar y puso su verga envaselinada en mi rajita. Sentí cabeza enorme punzando en mi entradita desplazándose como una boa, la recordé en la boca de mi madre, me dio más morbo y placer y me fui abriendo a su embate, lento, maravilloso, profundo. Pegue un alarido de placer la tenía toda adentro, cuando me sentí empalada mi morbo de habrá poseída llego al clímax.

Dios me la estaba comiendo, que placer, la cara del hombre desencajada de deseo, la sonrisa de mi madre, el otro sobando mis pechos y babeándome y besando el cuello. El semental comenzó a moverse suavemente, suave, suave, sentía cada centímetro en mi canal, avanzando o retrocediendo yo apretaba y soltaba en forma espasmódica, mi madre me alentaba, - eso chiquita - ordéñalo eso mi bebota.

El seguía suave obedeciendo la orden de mi madre de no maltratarme, de sacarme la energía a orgasmos y placeres. Suavemente. Una electricidad empezó a recorrerme la espina dorsal, me contraía en forma compulsiva y mis gritos de placer llenaban el cuarto, estaba acabando en un orgasmo múltiple y repetido. Mmmm delicia de solo recordarlo, nunca más pude vivir sin esa sensación.

Desencajada, grite y llore en un goce que me enajenaba, me quede sin fuerzas, creo que por un momento se me dieron vuelta los ojos y me desvanecí, no se pero perdí el control, la noción del tiempo y el espacio.
Cuando me recupere, vi que acomodaban mis caderas y estaba el otro macho dentro de mí, solo que sentí que su pija era más gruesa en mi vagina entrando y saliendo pero en forma más grosera incontrolable, fuerte y mi madre, la puta mayor, la gran dama, haciéndose clavar a mi lado por el jardinero, las dos gemíamos y nos acariciábamos nos besábamos era el paraíso, el sumun del placer. Las mil y una noches.

El jardinero me encaramo en cuatro a su antojo, yo estaba como anestesiada de tanto acabar, lo mismo vi que hizo el otro macho con mi madre, quedamos cara con cara sometidas a los deseos de los padrillos.

Primero su legua en mis nalgas, chupaba, sorbía, me embadurno el culito, sus dedos se colaron en mi esfínter y me abrieron. Su cabeza presiono mi culito entonces me socavo, me abrió de par en par, toda deslizándose en mi culito, grité, gemí, putie y lloré más de mimosa que de dolor. De un golpe me ensarto. Que picor, dios que picor, el dolor fue dejando paso al placer y el letargo del libido, Picante, como un chagüi que te adormece y gusta en su picante.

Dios, me quedé sin respiración, me moría, todo aquel bulto en mi cuerpo, las paredes de mi culito se dilataron mama en cambio se la comió por su culo con deleite y una sonrisa, mientras yo me retorcía de la sensación de estar toda separada, suspendida y ganas como de defecar esa pija me había abierto todo el canal anal dios. –aguante mi nena, ya viene el placer, ya viene el placer – me dijo mientras me besaba y enguataba los embates del macho dentro de su culo , como una reyna.

Tu eres la dueña de la situación me susurro, tu eres la poderosa, el macho solo tu semental que da placer, Recuerda dijo cuando das el culo, tú tienes el poder y comenzó a acabar como una enajenada con el amigo del jardinero. .

Yo rogaba por leche para adormecer mi ardor, sollozaba, musitaba y le chillaba - hazme tuya, haceme tuya por favor - , dame mil leche macho, por favor, por piedad… ruego que me acompaña desde ese dia, toda mi vidas.

El jardinero se prendió de mi caderas con fuerza, me dolía apretón y su pistón dentro mío, su bramido a mis espaldas, su respiración jadeante, su pija se convulsiono y el torrente de esperma inmundo mi recto. Dios que divino, cuando termino en mí y la saco, empezó a salir la lechita de mi culo magullado. Mi madre lo junto con sus deditos y me lo dio a beber. La bese y l dije gracias mami, tirada a mi lado se recuperaba ella tambien había convulsionado de placer.

Limpiamos las pijas de los machos con nuestras lenguas, tomamos los restos de semen os ayudamos a que se vistiese y los despedimos con un beso.

Nos bañamos, tomaos unos tragos y nos acostamos a dormir abrazadas, mañana conversaríamos. Ya era una mujer gozadora. Había descubierto el secreto de mi madre. Gracias por enseñarme a gozar si tapujos ni veguenzas. .





Verwijderd



Gepubliceerd door Livido
6 jaar geleden
Reacties
5
Gelieve of om commentaar te geven.
larusso_evo
Gracias por compartit tan bonitos recuerdos.
Antwoorden
bien putas y gozadoras,no pueden vivir sin orgasmos
Antwoorden
Sc0rp10
Bonito relato, gracias por compartirlo.
Antwoorden
Livido
Son historias de mi vida,
Antwoorden
Livido
adoro
Antwoorden