La Señora Juliana. Mi vecina de la lado.

L
Me ha pasado una cosa realmente flipante con mi vecina de justa al lado. Anticipo que es viuda y que joven no es. Tiene ya casi 70 años y nunca habría esperado lo que ha pasado. No es una mujer en la que te fijes mucho, puesto que no se sale de lo normal en ningún aspecto. Tenemos una relación cordial de vecinos y poco más.
Da la casualidad de que nuestros balcones están uno junto al otro. El suyo está abierto y lleno de plantas, y el mío acristalado, lo que aproveché para montar un pequeño despacho para trabajar en casa. Las cortinas que puso mi mujer son bastante transparentes, por lo que se ve a través de ellas todo lo que pasa fuera y, obviamente, lo que pasa dentro.
Un día de la semana pasada estuve en casa trabajando. Aun hace calor en Valencia y tenía la cristalera abierta. Cuando acabé decidí darme una ducha. Me dejé el teléfono en la mesa del despacho y me fui al cuarto de baño. Justo cuando me había desnudado sonó el móvil y sin pensarlo fui a cogerlo intentando que no se me viera nada. Era mi mujer que quería darme un recado. Me quedé atendiéndola en ese espacio y al girarme vi a mi vecina haciendo como que arreglaba sus plantas y mirando fijamente hacia mi balcón. No creía que se viera mucho y que igual veía mi silueta y nada más. Entonces la brisa abrió la cortina y por un momento quedé totalmente a su vista. No pareció inmutarse, ya que continuó mirando sin cortarse. Y yo tampoco hice mucho para taparme. Nos quedamos así un ratito y a mi comenzó a entrarme un morbillo que hizo que la polla comenzara a ponerse a tono. Mi mujer continuaba con su charla y le dije que tenía que colgar, que llamaban a la puerta. Abrí la cortina un poco para comprobar que aún estaba la vecina ahí y sin cortarme le pregunté si le gustaba lo que veía. Mucho, me respondió. Y tocarlo me gustaría más. Yo flipé en ese momento. A esta señora yo la tenía por muy recatada y de misa. No esperaba esa respuesta, si no que me metiese una bronca. Pues estoy solo, así que si quiere se la dejo, le contesté riendo. Ella se rio también y se metió para casa. Y yo me fui al baño dando por terminada la cosa.
Pero cuando estaba a punto de meterme en la ducha sonó el timbre. ¿Quién coño será ahora? Me puse el albornoz y salí. Miré por la mirilla y allí estaba la Señora Juliana. Abrí la puerta y me dijo que venia a tocar lo que le había enseñado. La flipada ya era monumental. Sin cortarme me abrí el albornoz y le dije que podía empezar. Y vaya si empezó. Cerró la puerta y me agarró la polla mientras sonreía. Nunca habría imaginado a esta mujer en ese plan. Me dijo que fuéramos donde pudiésemos estar bien y le dije que en el sofá o la cama estaríamos a gusto. Ella siguió dándole a la polla y se me fue poniendo durísima. Fuimos al sofá y me dijo que se iba a desnudar, pero que si yo no quería verla así que se lo dijese. Nada, mujer. Desnúdese. Y se quedó en pelotas delante de mí. Y la verdad es que no estaba nada mal. Me dijo que iba a follar por primera vez en 6 años de viuda y que no me cortase. Que ella con su marido hacían de todo. Y comenzó a chuparme la polla como una loca. Yo estaba ya en otro mundo. ¿Pero como podía estar pasando esto? Llevaba el coño con poco pelo, por lo que dejó entrever algo que a mi me vuelve loco. Un clítoris enorme. Comencé a acariciarlo y le dije que se lo iba a chupar. Y a las dos lamidas se corrió temblando como un flan. Ya sin poder aguantar la cogí en volandas y la senté encima de mi polla. Al metérsela dio un respingo de dolor, pero enseguida comenzó a moverse y a gemir como una perrita. Le dije que me iba a correr y me dijo que lo quería en la boca, como le hacía su marido. Yo la verdad, es que no veía a aquel matrimonio en ese plan, por lo que me sorprendí. Sin hablar más se metió la polla en la boca hasta que me corrí y no dejó ni gota de leche. Joder con la Señora Juliana. Me pidió un poco de agua para reponerse y comenzó a vestirse mientras me miraba sonriente. ¿Qué te ha parecido tu vecina? Me pregunto. Pues sorprendente. Quien lo iba a decir, le contesté. Pues ya sabes lo que podemos hacer cuando quieras.
Y tanto que lo sé. En cuanto me quedo solo le doy unos golpecitos en la puerta y a follar.