Cuestiones personales

Confieso que escribir mis vivencias, sobre todo las de índole sexual, se debe en gran medida a una necesidad de expresión y la falta de interlocutoras dispuestas a compartir esa inquietud. Las mujeres somos bastante reservadas a la hora de mencionar nuestra intimidad. Aún mis mejores amigas a través del tiempo no fueron capaces, por las razones que fueran, de ahondar en los temas que involucraran la sexualidad.

Imagínense que por el solo hecho de comentar que me complacían los momentos en que estaba sola en la casa y podía deambular desnuda y descalza haciendo lo que fuera (Leer un libro, mirar televisión, tomar unos mates...), hizo que poco más y me mandaran a un psiquiatra.

Desde joven, aprovechaba la circunstancial soledad hogareña para darme una ducha y disfrutar de la indescriptible sensación de libertad de andar sin ropas, sin que eso respondiera a algún grado de excitación sexual precisamente. Aunque, para ser sincera, hubo momentos en que si, y ya sea el baño, la cocina, el living (y hasta la cama de mis padres) fueron testigos mudos de mis arranques de calentura en que la imaginación transformaba a mis manos en amantes ficticios, que me llenaban de caricias hasta el final.
En aquel entonces, la presencia de mis padres y mi hermanita era lo que coartaba tal libertad.

Mi marido lo supo desde siempre. En un primer momento se sintió afectado por esto, temiendo que fuera él el causante. Cuando logré convencerlo de que nada tenía que ver su desempeño en la cama, las cosas funcionaron aceitadamente. Además del hecho de que él también eventualmente tenía sus momentos de "manualidades" y de los cuales yo nunca hice mención. Las otras cuestiones que atañen al criterio de mente abierta que ambos compartimos no las voy a exponer aquí (ahora).

Hoy por hoy, la presencia de mi hijo y las tareas cotidianas tampoco me dan mucho margen, no obstante lo cual (y gracias al colegio) tengo buenos momentos para solazarme. Internet hace que mi experiencia a veces sea muy interesante, salvo la idea de aparecer en vivo a través de una cámara, algo que tiene que ver más con resguardar la seguridad de mi familia que con la falta de ganas.
Poder leer ciertos relatos, o hasta tener una charla con matices eróticos, suele inquietarme bastante. Tanta "inquietud" hace que por momentos deje de teclear con ambas manos...Y en algunos, nada de teclado.

Dando un giro y parafraseando la letra de una canción de John Lennon, podrán decir que soy una zorra, pero no soy la única, no hace mucho el marido de una amiga le comentó al mio -algunas,muchas, copas de más- que ellos solían tener sesiones de "cibersexo" con otra pareja (también conocidos nuestros). Cuando mi esposo le dijo que nosotros no usábamos internet y que preferíamos los encuentro reales, juntos o separados, quedó atónito. Creo que se le pasó la borrachera.

Hasta el día de hoy no ha mencionado el asunto, probablemente debido a que por el estado de embriaguez no sepa si realmente sea verdad o no que haya escuchado eso.
Charlando con mi marido nos lamentábamos de la oprtunidad que perdimos de llevar a la práctica las fantasías que nos hicieron gozar antes, imaginándonos después de cada cena que tuvimos los cuatro que la noche seguía en nuestra cama o la de ellos...o como sea.