Mi primer trío hetero
Estaba viendo unas fotos en la página de tríos y me ha dado por acordarme de mi primer trío hetero y me ha apetecido contároslo.
Era el año 2003 y yo estaba en Madrid capital. Había quedado con unos amigos para tomar algo ese viernes por la tarde cerca de Callao. Estuvimos un buen rato tomándonos unas cañas, vasitos de cerveza para quien no sea de esta parte del planeta, y de repente a Luis le suena el teléfono. Esa tarde éramos terna: Luis, su cuñado Fran y quien esto escribe. A la llamada, Luis nos comentó que debía marchar por un problema familiar; Fran, como parte de la misma familia y único conductor en la sala se marchó con él para llevarle y "si la cosa no era muy grave podría volver ya que tú, Dick, te quedarás aquí a tomarla y conocerás gente: como siempre".
Así me vi a las diez y cuarto de la noche, en un pub al que nos habíamos cambiado desde el bar de cañas, solo y en la veintena; esa edad en la que te comes el mundo por los pies aunque luego seas un pardillo y no te comas ni las uñas.
Lo dicho: un pub con unas pocas personas aún pero entre ellas estaban Vicente y Consuelo. Yo no había deparado en ellos más que un momento en la ronda visual para otear la fauna del local, toda ella bastante pija todo sea dicho, y sí es cierto que aunque me doblaban en edad por lo que veía, esa mujer estaba muy buena. Pero seguí en mi Babia personal preocupado por la abuela de mi amigo y esperando la llamada o el SMS, sí; por aquel entonces no había sartphones ni wassap que valiera jejeje.
En esto que decidí pedir otra copa y cuando la camarera me la sirvió me lo hizo diciéndome: "Chico, esta la tienes pagada". Olé! pensé yo imaginando que esa pedazo de camarera me tiraba los trastos, sin tener en cuenta que a esa hora la pobre chica había empezado el turno y lo último que quería era un cliente baboso. Menos mal que casi al mismo instante me enteré que no había sido ella: Un toque en el hombre, me giro y veo a Vicente: "Espero que disfrutes la copa, mi mujer y yo hemos visto que tus amigos te han dejado solo y hemos pensado hacerte compañía si no te importa". No, dije yo, no solo no me importa sino que sería descortés negar una compañía que me invita a una copa. Muchas gracias, por cierto". A partir de ese momento, Asunción empezó a contarme sobre ellos, a parte de ser una pareja celebrando los veinticinco años de matrimonio en Madrid para olvidarse de los hijos, que eran "un poco más jóvenes que tú; veintitrés el pequeño, veinticuatro la mayor" (imagina en ese momento que yo me veía tomándola con mis padres; la mayor era un año mayor que yo!), eran una familia bien; Vicente era gerente de la filial en España de una empresa multinacional y se hospedaban en la suite de un hotel que estaba en el edificio de al lado al pub, he de decir que ese hotel es de renombre en Madrid e imaginé la suite lujosa... Yo le dije que era estudiante y que en verano trabajaba en la construcción dándole a entender que nunca podría alojarme en esa suite. "Nunca digas nunca, de hecho podrías pasar esta noche allí". Me quedé de piedra: ¿Me estaba proponiendo algo esta nueva conocida, casada y con el marido en ese momento en el baño? Creo que balbuceé alguna gracieta pero dejé caer con inocencia que ya me gustaría.
Cuando Vicente volvió del baño, me disculpé para ir yo al baño, y ya de paso pellizcarme; pues estaba casi seguro de que la invitación y un par de insinuaciones iban en serio.
¡Y tanto! cuando volví a la barra, ésta estaba sola pero la camarera me miraba y me enseñaba una tarjeta. ¿Qué era esa tarjeta y por qué se habían marchado mis nuevos amigos? Mi sorpresa fue cuando al alargarme la camarera esa tarjeta con una sonrisa pícara, vi que era la llave de una habitación. Con el logo del hotel donde Asunción me dijo que se alojaban impreso. Ni que decir que decidí ir y subir a la suite y, por qué no, enfrentarme a una fantasía y disfrutarla. Le di las gracias a la camarera de la que nunca olvidaré esa sonrisa pícara y me dirigí al hotel, entré; di las buenas noches al personal que estaba en recepción, me dirigí al ascensor y subí. No voy a contaros cómo era la habitación, prefiero narrar lo que me contaron: Para celebrar esa fecha habían decidido cumplir la fantasía de él de ver a su mujer follando con un jovencito. Accedí faltaría más, y anduve un rato un poco entre cortado por ver al marido mientras andábamos de preliminares Asunción y yo, como frustrado porque pensaba que cumpliría mi fantasía de hacer un trío.
Así, entre sesentaynueves, dedos y manos jugando, hacer que se corriera; squirt total, lamerle agujero a agujero... Dejarme ser relamido, ahí me hicieron el primer rimjob, sobado, montado... Decidí que no perdía nada por decirle a Vicente que qué le parecería si ya que su mujer estaba empapada y lubricada no paraba de masturbarse y le follaba la boca mientras yo la estaba follando el culo. Vicente al principio era reacio, así que me acerqué a él, le cogí de la mano con la que se agarraba el rabo, grande y gordo todo sea dicho, y le acerqué ante Asunción. Le dije que ahora me apetecía a mí ver cómo era capaz de meterle esa morcilla a su mujer, soltó una carcajada, la mujer le agarró el rabo y empezó a mamarlo como bien sabía hacer. En el momento en que Vicente estaba muy cachondo y yo iba a ver cómo podía entrar a jugar a tres, Asunción paró de chupar, me pidió que me acercase y sin soltar el pene de su marido comenzó a mamar el mío.
De lo que pasó después qué os voy a contar: era su primer trío también y estuvimos disfrutando un buen rato, paramos a pedir vituallas al servicio de habitaciones y continuamos Asunción y yo mientras Vicente volvía a empalmarse tras soltar un señor lecharazo, así hasta que caímos rendidos. Me desperté y no sólo había desayuno ya que eran las ocho y media de la mañana sino que Asunción estaba desnuda y pidiendo guerra, cosa que cortésmente le di entre café y tortitas, pero eso es harina de otro costal y debería escribir otra entrada para contaros la primera vez que fui "squirtado" mientras me comía un coño.
Vicente despertó un par de horas después, le di los buenos días y su mujer le preguntó que si quería que folláramos de nuevo. No podía, estaba reventado de la noche pero le que gustaría vernos follar a nosotros, que andábamos desnudos y yo empalmadísimo aún. Dije que debía irme y necesitaba ducharme, que si querían podíamos trasladarnos al baño y aprovechábamos mejor el tiempo, les pareció bien y terminé por correrme en su cara bajo la ducha.
Cuando terminé me vestí, me despedí de ellos, salí, cogí un taxi que me llevara a casa y no les volví a ver pues no intercambiamos números sino flujos.
Era el año 2003 y yo estaba en Madrid capital. Había quedado con unos amigos para tomar algo ese viernes por la tarde cerca de Callao. Estuvimos un buen rato tomándonos unas cañas, vasitos de cerveza para quien no sea de esta parte del planeta, y de repente a Luis le suena el teléfono. Esa tarde éramos terna: Luis, su cuñado Fran y quien esto escribe. A la llamada, Luis nos comentó que debía marchar por un problema familiar; Fran, como parte de la misma familia y único conductor en la sala se marchó con él para llevarle y "si la cosa no era muy grave podría volver ya que tú, Dick, te quedarás aquí a tomarla y conocerás gente: como siempre".
Así me vi a las diez y cuarto de la noche, en un pub al que nos habíamos cambiado desde el bar de cañas, solo y en la veintena; esa edad en la que te comes el mundo por los pies aunque luego seas un pardillo y no te comas ni las uñas.
Lo dicho: un pub con unas pocas personas aún pero entre ellas estaban Vicente y Consuelo. Yo no había deparado en ellos más que un momento en la ronda visual para otear la fauna del local, toda ella bastante pija todo sea dicho, y sí es cierto que aunque me doblaban en edad por lo que veía, esa mujer estaba muy buena. Pero seguí en mi Babia personal preocupado por la abuela de mi amigo y esperando la llamada o el SMS, sí; por aquel entonces no había sartphones ni wassap que valiera jejeje.
En esto que decidí pedir otra copa y cuando la camarera me la sirvió me lo hizo diciéndome: "Chico, esta la tienes pagada". Olé! pensé yo imaginando que esa pedazo de camarera me tiraba los trastos, sin tener en cuenta que a esa hora la pobre chica había empezado el turno y lo último que quería era un cliente baboso. Menos mal que casi al mismo instante me enteré que no había sido ella: Un toque en el hombre, me giro y veo a Vicente: "Espero que disfrutes la copa, mi mujer y yo hemos visto que tus amigos te han dejado solo y hemos pensado hacerte compañía si no te importa". No, dije yo, no solo no me importa sino que sería descortés negar una compañía que me invita a una copa. Muchas gracias, por cierto". A partir de ese momento, Asunción empezó a contarme sobre ellos, a parte de ser una pareja celebrando los veinticinco años de matrimonio en Madrid para olvidarse de los hijos, que eran "un poco más jóvenes que tú; veintitrés el pequeño, veinticuatro la mayor" (imagina en ese momento que yo me veía tomándola con mis padres; la mayor era un año mayor que yo!), eran una familia bien; Vicente era gerente de la filial en España de una empresa multinacional y se hospedaban en la suite de un hotel que estaba en el edificio de al lado al pub, he de decir que ese hotel es de renombre en Madrid e imaginé la suite lujosa... Yo le dije que era estudiante y que en verano trabajaba en la construcción dándole a entender que nunca podría alojarme en esa suite. "Nunca digas nunca, de hecho podrías pasar esta noche allí". Me quedé de piedra: ¿Me estaba proponiendo algo esta nueva conocida, casada y con el marido en ese momento en el baño? Creo que balbuceé alguna gracieta pero dejé caer con inocencia que ya me gustaría.
Cuando Vicente volvió del baño, me disculpé para ir yo al baño, y ya de paso pellizcarme; pues estaba casi seguro de que la invitación y un par de insinuaciones iban en serio.
¡Y tanto! cuando volví a la barra, ésta estaba sola pero la camarera me miraba y me enseñaba una tarjeta. ¿Qué era esa tarjeta y por qué se habían marchado mis nuevos amigos? Mi sorpresa fue cuando al alargarme la camarera esa tarjeta con una sonrisa pícara, vi que era la llave de una habitación. Con el logo del hotel donde Asunción me dijo que se alojaban impreso. Ni que decir que decidí ir y subir a la suite y, por qué no, enfrentarme a una fantasía y disfrutarla. Le di las gracias a la camarera de la que nunca olvidaré esa sonrisa pícara y me dirigí al hotel, entré; di las buenas noches al personal que estaba en recepción, me dirigí al ascensor y subí. No voy a contaros cómo era la habitación, prefiero narrar lo que me contaron: Para celebrar esa fecha habían decidido cumplir la fantasía de él de ver a su mujer follando con un jovencito. Accedí faltaría más, y anduve un rato un poco entre cortado por ver al marido mientras andábamos de preliminares Asunción y yo, como frustrado porque pensaba que cumpliría mi fantasía de hacer un trío.
Así, entre sesentaynueves, dedos y manos jugando, hacer que se corriera; squirt total, lamerle agujero a agujero... Dejarme ser relamido, ahí me hicieron el primer rimjob, sobado, montado... Decidí que no perdía nada por decirle a Vicente que qué le parecería si ya que su mujer estaba empapada y lubricada no paraba de masturbarse y le follaba la boca mientras yo la estaba follando el culo. Vicente al principio era reacio, así que me acerqué a él, le cogí de la mano con la que se agarraba el rabo, grande y gordo todo sea dicho, y le acerqué ante Asunción. Le dije que ahora me apetecía a mí ver cómo era capaz de meterle esa morcilla a su mujer, soltó una carcajada, la mujer le agarró el rabo y empezó a mamarlo como bien sabía hacer. En el momento en que Vicente estaba muy cachondo y yo iba a ver cómo podía entrar a jugar a tres, Asunción paró de chupar, me pidió que me acercase y sin soltar el pene de su marido comenzó a mamar el mío.
De lo que pasó después qué os voy a contar: era su primer trío también y estuvimos disfrutando un buen rato, paramos a pedir vituallas al servicio de habitaciones y continuamos Asunción y yo mientras Vicente volvía a empalmarse tras soltar un señor lecharazo, así hasta que caímos rendidos. Me desperté y no sólo había desayuno ya que eran las ocho y media de la mañana sino que Asunción estaba desnuda y pidiendo guerra, cosa que cortésmente le di entre café y tortitas, pero eso es harina de otro costal y debería escribir otra entrada para contaros la primera vez que fui "squirtado" mientras me comía un coño.
Vicente despertó un par de horas después, le di los buenos días y su mujer le preguntó que si quería que folláramos de nuevo. No podía, estaba reventado de la noche pero le que gustaría vernos follar a nosotros, que andábamos desnudos y yo empalmadísimo aún. Dije que debía irme y necesitaba ducharme, que si querían podíamos trasladarnos al baño y aprovechábamos mejor el tiempo, les pareció bien y terminé por correrme en su cara bajo la ducha.
Cuando terminé me vestí, me despedí de ellos, salí, cogí un taxi que me llevara a casa y no les volví a ver pues no intercambiamos números sino flujos.
8 years ago