Castigo
La fusta golpeaba rítmicamente sus pechos, primero por los contornos y posteriormente sobre sus areolas y pezones. Se mordía los labios conteniendo los chillidos, gotas de sudor perlaban su frente, empapaban su cabello y rodaban por sus mejillas. El castigo era intenso, duro, pero merecido. Un último azote sobre su sexo húmedo arrancó un grito de su garganta, las lágrimas brotaron de sus ojos. Él besó su frente y la cobijó entre sus brazos.
10 years ago