Tocando culos en el Sarmiento

Historias del Sarmiento

14:00 hs, estación Liniers, el tren llega y yo no había visto ninguna chica para que me acompañe en el largo viaje al lejano oeste. Entro al ante ultimo coche (para volver de Once a Moreno es una buena opción si queres tener algún roce. Si vas de Moreno a Once se recomienda el primero o segundo. Siempre en horas pico) miro para ambos lados del pasillo y no se veía nada entonces me acomode para viajar y listo. Sorpresa, a mi lado se acomoda una milf que tenía una cola hermosa (las milf son muy propensas a dejarse tocar y apoyar sin decir nada e incluso se acomodan para dejarse mejor). Esta no era la excepción, de jean ajustadísimos y una tanga que le separaba bien la cola, se notaba que la tenía bien enterrada en la colita guerrera, de blusa suelta rosada. No pude contenerme y le mire la cola, ella me mira y sonríe. Listo, el tren estaba no muy lleno pero se podía hacer algo. Se lo rozo con un dedo, con dos, con tren y como no decía nada le mande la mano completa . Vuelve a sonreír. Parece que hace mucho que no le metían una mano a esa colita y algo más también porque casi de inmediato se puso medio de lado y me entrego la cola en bandeja. Le mande la mano otra vez y la mire de lado, ella puso cara de nada y paro más la colita, se me paro al toque y se lo hice sentir en la pierna. Ella de a poco comenzó a parar más la cola y se movía con el movimiento del tren sobre mi mano. Aproveche y le metí el dedo en la rayita de la cola y se dejaba. Miraba para todos lados de a ratos y como veía que nadie se daba cuenta, me daba la espalda para que le manosee bien el culo. Qué rica que estaba, me gustaba porque de a ratos me miraba y me refregaba la pija que ya estaba más que lubricada. Que ganas de bajarle el pantalón y metérsela toda por el culo que tenia. Se notaba que lo estaba disfrutando mucho. Cuando llegamos a Morón no separamos porque hay un recambio de gente y pensé que todo había terminado, al toque se acomoda otra vez a mi lado y gira un poco para que la siga manoseando, guau, que putita que sos pensé, no te voy a dejar con las ganas asique, de una le agarre una nalga y se la apreté, ella dio un pequeño saltito y sonrió con muestras de placer. Le pasaba la mano de nalga en nalga, la apretaba, le metía los dedos en la raya, llegue hasta sentir la tanguita y lo calentita que estaba su conchita. Escribo esto y se me pone durísima otra vez. Esa señora me volvió loco a lo largo de las 7 estaciones que separan Liniers de Padua. Solo se lo dejaba de tocar cuando paraba en una estación y la gente se movía, en un momento una señora pareció que se dio cuenta, me miro fijo y luego siguió mirando por la ventana. Yo ni me preocupe, tenía en mis manos una hermosa cola de milf. Lástima que se termino el viaje porque además se baja mucha gente y el tren siempre queda semivacío. Otra anécdota del Sarmiento
Published by culoadicto
10 years ago
Comments
1
Please or to post comments
saskatchewan
Excelente relato...
Reply