El regalo de Arancha
VEro, una amiga de Arancha mi mujer, era terriblemente guapa y simpática. Y un poco traviesa. Era evidente que entre ella y yo hubo química. Vero, por alguna extraña razón que no entiendo a comprender, no sentía celos con ella. Más bien, parecía orgullosa de que una mujer así tonteara con su marido.
Por distintas razones, perdimos el contacto con ella hace tiempo. Hasta que un día volvieron a coincidir:
- Cariño, ¿sabes a quién me he encontrado hoy? ¡A Vero!”
- ¿Ah sí? ¿Y cómo sigue?- le contesté intentando mostrar indiferencia.
- Debe haber hecho un pacto con el diablo, está más guapa aún que antes. Te he reservado cita en el spa en el que trabaja.
- ¿Perdón? ¿Qué has reservado un spa para mi?
- Sí, le he pedido que te dé un masaje relajante para tu cumpleaños.
- ¿Ah sí? ¿Iremos el mismo sábado? - respondí mientras los nervios se empezaban a hacer con mi voz.
- Sí, el sábado. Pero le he dicho que será una sorpresa para ti. Que te pediré que vayas a recoger una crema para mí. Así que hazte el sorprendido cuando vayas.
- ¿Cuándo vaya? ¿Y tú? ¿No vienes?
- No. Me quedaré en casa esperándote. Te lo mereces, cariño. Disfrútalo
Reservarme un masaje a solas con su amiga que me atraía era un paso enorme por parte de mi mujer. Estaba convencido de que a última hora se arrepentiría, así que no me hice ilusiones. Más bien al contrario.
Aún faltaba una semana y, cada día, le hacía ver que quizás no era adecuado que fuera yo solo.
- No, no me voy a arrepentir. Con Vero no tengo celos.
- ¿Estás segura de que quieres que vaya?
- Totalmente
Fue una conversación que tuvimos cada uno de los días restantes. Y aún así, yo seguía convencido de que a última hora se echaría para atrás. Nunca me había dejado a solas con una chica y menos una tan guapa.
El día antes de la cita, volvió a sorprenderme:
- Cariño, mañana es el día. Ven un par de horas antes, te voy a depilar.
- ¿Qué me quieres depilar?
-Todo. Quiero que vayas perfecto.
Llegó el día. A las 6.30, Arancha me iba a depilar y a las 8 tenía el masaje con Vero. Seguía pensando que se arrepentiría en el último momento antes de dejarme ir con ella.
En silencio, la miraba depilarme y estudiaba los gestos de su cara, buscando alguno de preocupación de incomodidad o de cualquier cosa que me hiciera ser yo quien detuviese todo. Y nada. No me lo podía creer. Al revés, sonreía de vez en cuando.
- Date la vuelta.
Desde luego, me quería perfecto, al 100%.
Cuando terminó, decidí preguntárselo por última vez:
- ¿Cariño, estás segura? Puede que se quede en un simple masaje relajante pero también podría ir a más. ¿Quieres que lo dejemos?
- Ya te he dicho mil veces que quiero que vayas. Y si te da pie, tienes libertad para lo que quieras.
-¿De verdad?
Ya no me respondió con palabras. Abrió su bolso y sonriéndome una vez más, metió dos preservativos en el bolsillo de mi chaqueta.
- Los he comprado esta tarde- Y sin esperar a mi respuesta, continuó.
-Pásatelo bien. Te quiero, mi vida. Te espero en casa.
Le dije cuanto la quería mirándola a los ojos fijamente y me despedí besándola con toda la pasión y agradecimiento que sentía por ella en ese momento.
Cuando volví a casa, Arancha me recibió con una expresión en la cara que nunca le había visto antes. ¿Incertidumbre, expectación, morbo? Solo pudo preguntarme con la mirada porque aún estaba la canguro con la niña pero la entendí perfectamente:
-¿Sí? ¿Habéis follado?
- Te lo contaré solo cuando estés desnuda en la cama -. Le dije al oído al pasar a su lado.
Me moría de ganas de saber quien había ganado la enésima batalla entre sus celos y su excitación. No parecía ir mal la cosa cuando ella aceptó sin más. Lo confieso, tenerla esperando con la incertidumbre de lo que pasó me volvía loco y me permitía ver cómo estaba asimilando todo.
- Ya estoy -. Dijo mientras se metía debajo de la sábana completamente desnuda.
No había duda, su sonrisa hablaba por sí misma.... “Estoy preparada para cualquier cosa que me cuentes”.
-Te prometo que te lo contaré todo en unos minutos.
No podía dejar pasar la oportunidad de comprobar hasta dónde llegaría Vero. ¿Cuánto sería capaz de disfrutar sin saber si su marido había estado follando con otra un rato antes?
Bajé acariciando lentamente su cuerpo con la punta de mi lengua, hasta llegar a donde mejor sabría la respuesta.
¡Húmeda!. Enloquecí del todo. La deseé como nunca. No pude siquiera dedicar el tiempo necesario para preparar su clítoris para mi lengua. La devoré como nunca.
Estaba viviendo despierto un sueño. Arancha no solo no se arrepentía de haberme ofrecido a su amiga si no que lo disfrutaba
En dos minutos jadeaba y se movía como solo lo hace cuando su orgasmo es inminente.
- No, no te corras-. Me detuve sujetando sus manos para que ella no pudiera darse el último roce que necesitaba para su orgasmo y la besé sintiendo nuestra complicidad, nuestro amor. Un beso largo, sin prisa.
- Te quiero, Arancha. ¿Quieres saberlo ya?
- Si, dímelo ya de una vez. ¿Lo habéis hecho o no?
- Cariño, déjame hacerlo a mi manera. Te lo voy a decir mientras me follas.
Y, sin darle tiempo para contestar, me tumbé boca arriba a la vez que la incorporaba. Mi voz sonó con la determinación necesaria para no dejarle otra opción que obedecer:
- Sube.
Y lo hizo. La excitación por haber estado a punto de correrse un minuto antes ayudó a que aceptara mi orden, en lugar de exigirme que se lo contara de inmediato.
A horcajadas sobre mí, se dejó caer, metiéndosela entera directamente, mojada como no había dejado de estar en ningún momento. La pausa de apenas un minuto no le había hecho perder el clímax y, en segundos, se estaba moviendo más y más rápido. Jadeaba otra vez. No había duda: estaba a punto de correrse. Levanté su cara con mi mano, encontrando sus ojos con los míos. La boca entreabierta. Sosteniendo fijamente la mirada, se lo dije:
- Si, cariño, si. Me la he follado. Hemos disfrutado muchísimo y se ha corrido dos veces con tu marido.
No había terminado de pronunciar la frase cuando empezó el orgasmo más intenso y largo que ha tenido nunca mi mujer, según me confesó ella misma después.
No tengo palabras para expresar la satisfacción, el placer, la felicidad que sentí mientras lo hacía. El deseo, amor y complicidad que sentía con ella.
Y no paró ni un segundo. Seguía moviéndose a un ritmo acelerado. Introduciéndose mi polla casi con *********, me dijo lo más excitante que he oído en toda mi vida:
- No podía imaginar que me iba a excitar tanto.
Lo había conseguido. Años y años preparándola para esto. Había dejado de ser fantasía para convertirse en realidad. Me sentí en la plenitud más absoluta.
Mientras lo pensaba, Arancha no dejaba de aumentar su ritmo. La expresión de su cara me volvió a avisar de que se iba a correr otra vez.
- ¡No, para! ¡No te corras! - La volví a detener. Otra vez al límite. Salí de ella rápidamente para evitar que llegara al siguiente orgasmo.
-Vamos a disfrutar este momento. Túmbate boca abajo, mi vida.
Arancha aún temblaba por lo cerca que había estado de correrse. Decidí que su próximo orgasmo fuera especial, de una forma que solo alcanza cuando está muy muy excitada. Y para mí también. Sería otra demostración de su aceptación total de mi entrega a otra.
Una vez estuvo boca abajo, coloqué la punta de mi miembro en la entrada de su ano. Apenas necesité empujar para entrar en ella. Una vez tenía la mitad dentro, cogí sus dos manos con las mías y las subí por encima de sus hombros.
- No quiero que te toques.
Y conforme terminaba de decir esto, lentamente pero de un solo movimiento, terminé de metérsela entera. El pequeño dolor inicial le desapareció en segundos, mucho antes que de costumbre. En seguida, pude moverme con más velocidad. Ya volvía a jadear. Más y más rápido.
- Vamos cariño, demuéstrame cuanto te ha excitado todo. Córrete solo por detrás, sin tocarte.
Acompañé mis palabras de otra aceleración en mi ritmo y, sobre todo, de mucha más fuerza.
- Lo sabía-. Le dije al notar que ya estaba a punto.
Al notar que empezaba a correrse, sin soltarle las manos en ningún momento, aumenté aún más la fuerza con la que la penetraba, tanto como pude.
Su orgasmo fue increíble. Ella siempre dice que por el culo es diferente, incluso mejor. Esta vez, sin acariciarse el clítoris. Solo por detrás.
Para mí, fue demasiado. No aguanté más. Empecé a correrme mientras lo hacía ella.
- Te quiero cariño. Eres mi vida.
- Y yo a ti-. Me respondió ella.
Cuando nos recuperamos del esfuerzo, le dije:
- Cariño, vamos a la terraza que nos dé el aire. Tengo algo más que contarte.
- ¿Qué tal, Arancha? ¿Cómo te sientes?
- Feliz.
Su respuesta fue tan maravillosa como la sonrisa con la que la acompañó.
- Yo también. No esperaba que reaccionaras como lo has hecho, tenía miedo de que te hubieran dado celos. Verte disfrutar tanto ha sido increíble.
- Lo sé, cariño.
- Tengo que decirte algo. No me la he follado, ha sido un masaje normal.
- ¿Cómo? ¿Y por qué me dijiste que sí lo habíais hecho?
- Para ver tu reacción y saber si estás preparada para que ocurra de verdad.
Sentada en mis rodillas, se quedó en silencio asimilando mi respuesta. Al poco, me abrazó y susurró un “te quiero” que me llenó como nunca.
Minutos después, ya en la cama para dormir, me volvió a sorprender:
- ¿Sabes? No me tenías que haber confesado la verdad hasta mañana. Hubiera dormido más excitada.
Por distintas razones, perdimos el contacto con ella hace tiempo. Hasta que un día volvieron a coincidir:
- Cariño, ¿sabes a quién me he encontrado hoy? ¡A Vero!”
- ¿Ah sí? ¿Y cómo sigue?- le contesté intentando mostrar indiferencia.
- Debe haber hecho un pacto con el diablo, está más guapa aún que antes. Te he reservado cita en el spa en el que trabaja.
- ¿Perdón? ¿Qué has reservado un spa para mi?
- Sí, le he pedido que te dé un masaje relajante para tu cumpleaños.
- ¿Ah sí? ¿Iremos el mismo sábado? - respondí mientras los nervios se empezaban a hacer con mi voz.
- Sí, el sábado. Pero le he dicho que será una sorpresa para ti. Que te pediré que vayas a recoger una crema para mí. Así que hazte el sorprendido cuando vayas.
- ¿Cuándo vaya? ¿Y tú? ¿No vienes?
- No. Me quedaré en casa esperándote. Te lo mereces, cariño. Disfrútalo
Reservarme un masaje a solas con su amiga que me atraía era un paso enorme por parte de mi mujer. Estaba convencido de que a última hora se arrepentiría, así que no me hice ilusiones. Más bien al contrario.
Aún faltaba una semana y, cada día, le hacía ver que quizás no era adecuado que fuera yo solo.
- No, no me voy a arrepentir. Con Vero no tengo celos.
- ¿Estás segura de que quieres que vaya?
- Totalmente
Fue una conversación que tuvimos cada uno de los días restantes. Y aún así, yo seguía convencido de que a última hora se echaría para atrás. Nunca me había dejado a solas con una chica y menos una tan guapa.
El día antes de la cita, volvió a sorprenderme:
- Cariño, mañana es el día. Ven un par de horas antes, te voy a depilar.
- ¿Qué me quieres depilar?
-Todo. Quiero que vayas perfecto.
Llegó el día. A las 6.30, Arancha me iba a depilar y a las 8 tenía el masaje con Vero. Seguía pensando que se arrepentiría en el último momento antes de dejarme ir con ella.
En silencio, la miraba depilarme y estudiaba los gestos de su cara, buscando alguno de preocupación de incomodidad o de cualquier cosa que me hiciera ser yo quien detuviese todo. Y nada. No me lo podía creer. Al revés, sonreía de vez en cuando.
- Date la vuelta.
Desde luego, me quería perfecto, al 100%.
Cuando terminó, decidí preguntárselo por última vez:
- ¿Cariño, estás segura? Puede que se quede en un simple masaje relajante pero también podría ir a más. ¿Quieres que lo dejemos?
- Ya te he dicho mil veces que quiero que vayas. Y si te da pie, tienes libertad para lo que quieras.
-¿De verdad?
Ya no me respondió con palabras. Abrió su bolso y sonriéndome una vez más, metió dos preservativos en el bolsillo de mi chaqueta.
- Los he comprado esta tarde- Y sin esperar a mi respuesta, continuó.
-Pásatelo bien. Te quiero, mi vida. Te espero en casa.
Le dije cuanto la quería mirándola a los ojos fijamente y me despedí besándola con toda la pasión y agradecimiento que sentía por ella en ese momento.
Cuando volví a casa, Arancha me recibió con una expresión en la cara que nunca le había visto antes. ¿Incertidumbre, expectación, morbo? Solo pudo preguntarme con la mirada porque aún estaba la canguro con la niña pero la entendí perfectamente:
-¿Sí? ¿Habéis follado?
- Te lo contaré solo cuando estés desnuda en la cama -. Le dije al oído al pasar a su lado.
Me moría de ganas de saber quien había ganado la enésima batalla entre sus celos y su excitación. No parecía ir mal la cosa cuando ella aceptó sin más. Lo confieso, tenerla esperando con la incertidumbre de lo que pasó me volvía loco y me permitía ver cómo estaba asimilando todo.
- Ya estoy -. Dijo mientras se metía debajo de la sábana completamente desnuda.
No había duda, su sonrisa hablaba por sí misma.... “Estoy preparada para cualquier cosa que me cuentes”.
-Te prometo que te lo contaré todo en unos minutos.
No podía dejar pasar la oportunidad de comprobar hasta dónde llegaría Vero. ¿Cuánto sería capaz de disfrutar sin saber si su marido había estado follando con otra un rato antes?
Bajé acariciando lentamente su cuerpo con la punta de mi lengua, hasta llegar a donde mejor sabría la respuesta.
¡Húmeda!. Enloquecí del todo. La deseé como nunca. No pude siquiera dedicar el tiempo necesario para preparar su clítoris para mi lengua. La devoré como nunca.
Estaba viviendo despierto un sueño. Arancha no solo no se arrepentía de haberme ofrecido a su amiga si no que lo disfrutaba
En dos minutos jadeaba y se movía como solo lo hace cuando su orgasmo es inminente.
- No, no te corras-. Me detuve sujetando sus manos para que ella no pudiera darse el último roce que necesitaba para su orgasmo y la besé sintiendo nuestra complicidad, nuestro amor. Un beso largo, sin prisa.
- Te quiero, Arancha. ¿Quieres saberlo ya?
- Si, dímelo ya de una vez. ¿Lo habéis hecho o no?
- Cariño, déjame hacerlo a mi manera. Te lo voy a decir mientras me follas.
Y, sin darle tiempo para contestar, me tumbé boca arriba a la vez que la incorporaba. Mi voz sonó con la determinación necesaria para no dejarle otra opción que obedecer:
- Sube.
Y lo hizo. La excitación por haber estado a punto de correrse un minuto antes ayudó a que aceptara mi orden, en lugar de exigirme que se lo contara de inmediato.
A horcajadas sobre mí, se dejó caer, metiéndosela entera directamente, mojada como no había dejado de estar en ningún momento. La pausa de apenas un minuto no le había hecho perder el clímax y, en segundos, se estaba moviendo más y más rápido. Jadeaba otra vez. No había duda: estaba a punto de correrse. Levanté su cara con mi mano, encontrando sus ojos con los míos. La boca entreabierta. Sosteniendo fijamente la mirada, se lo dije:
- Si, cariño, si. Me la he follado. Hemos disfrutado muchísimo y se ha corrido dos veces con tu marido.
No había terminado de pronunciar la frase cuando empezó el orgasmo más intenso y largo que ha tenido nunca mi mujer, según me confesó ella misma después.
No tengo palabras para expresar la satisfacción, el placer, la felicidad que sentí mientras lo hacía. El deseo, amor y complicidad que sentía con ella.
Y no paró ni un segundo. Seguía moviéndose a un ritmo acelerado. Introduciéndose mi polla casi con *********, me dijo lo más excitante que he oído en toda mi vida:
- No podía imaginar que me iba a excitar tanto.
Lo había conseguido. Años y años preparándola para esto. Había dejado de ser fantasía para convertirse en realidad. Me sentí en la plenitud más absoluta.
Mientras lo pensaba, Arancha no dejaba de aumentar su ritmo. La expresión de su cara me volvió a avisar de que se iba a correr otra vez.
- ¡No, para! ¡No te corras! - La volví a detener. Otra vez al límite. Salí de ella rápidamente para evitar que llegara al siguiente orgasmo.
-Vamos a disfrutar este momento. Túmbate boca abajo, mi vida.
Arancha aún temblaba por lo cerca que había estado de correrse. Decidí que su próximo orgasmo fuera especial, de una forma que solo alcanza cuando está muy muy excitada. Y para mí también. Sería otra demostración de su aceptación total de mi entrega a otra.
Una vez estuvo boca abajo, coloqué la punta de mi miembro en la entrada de su ano. Apenas necesité empujar para entrar en ella. Una vez tenía la mitad dentro, cogí sus dos manos con las mías y las subí por encima de sus hombros.
- No quiero que te toques.
Y conforme terminaba de decir esto, lentamente pero de un solo movimiento, terminé de metérsela entera. El pequeño dolor inicial le desapareció en segundos, mucho antes que de costumbre. En seguida, pude moverme con más velocidad. Ya volvía a jadear. Más y más rápido.
- Vamos cariño, demuéstrame cuanto te ha excitado todo. Córrete solo por detrás, sin tocarte.
Acompañé mis palabras de otra aceleración en mi ritmo y, sobre todo, de mucha más fuerza.
- Lo sabía-. Le dije al notar que ya estaba a punto.
Al notar que empezaba a correrse, sin soltarle las manos en ningún momento, aumenté aún más la fuerza con la que la penetraba, tanto como pude.
Su orgasmo fue increíble. Ella siempre dice que por el culo es diferente, incluso mejor. Esta vez, sin acariciarse el clítoris. Solo por detrás.
Para mí, fue demasiado. No aguanté más. Empecé a correrme mientras lo hacía ella.
- Te quiero cariño. Eres mi vida.
- Y yo a ti-. Me respondió ella.
Cuando nos recuperamos del esfuerzo, le dije:
- Cariño, vamos a la terraza que nos dé el aire. Tengo algo más que contarte.
- ¿Qué tal, Arancha? ¿Cómo te sientes?
- Feliz.
Su respuesta fue tan maravillosa como la sonrisa con la que la acompañó.
- Yo también. No esperaba que reaccionaras como lo has hecho, tenía miedo de que te hubieran dado celos. Verte disfrutar tanto ha sido increíble.
- Lo sé, cariño.
- Tengo que decirte algo. No me la he follado, ha sido un masaje normal.
- ¿Cómo? ¿Y por qué me dijiste que sí lo habíais hecho?
- Para ver tu reacción y saber si estás preparada para que ocurra de verdad.
Sentada en mis rodillas, se quedó en silencio asimilando mi respuesta. Al poco, me abrazó y susurró un “te quiero” que me llenó como nunca.
Minutos después, ya en la cama para dormir, me volvió a sorprender:
- ¿Sabes? No me tenías que haber confesado la verdad hasta mañana. Hubiera dormido más excitada.
1 year ago