La camarera sumisa (segunda parte)

Desperté por la mañana con un suave vaivén en la cama. Fugaces recuerdos pasaban por mi mente, acompañados de un ligero dolor de cabeza. Un par de cervezas más habrían acabado conmigo.

Todavía no había abierto los ojos cuando escuché el inconfundible sonido del sexo furtivo. Me giré mientras me estiraba en la cama como una gata para encontrarme a Pedro tumbado en la cama y Laura montada en su cara, con una mano agarrándole la cabeza, la otra apoyada en la pared y moviendo su aquel carnoso y delicioso sexo por su cara.

- "No perdéis el tiempo..."

Laura prácticamente detuvo su movimiento y me miraba, seguramente pensando si no se habría tomado demasiadas confianzas.

Hice la croqueta hacia ellos y me puse de rodillas a su lado. Le di un beso en los labios.

- "Buenos días"

- "Buenos días" - me contestó.

Pedro intentó dar los buenos días, pero tenía la boca llena.

Manoseé el culo de Laura con mi mano izquierda mientras con la derecha hacía lo propio con sus pechos. Un quedo gemido indicó que iba por buen camino. Pedro seguía comiéndosela. Ya entrecerraba los ojos de placer cuando subí la mano desde el pecho a su cuello para agarrarla firmemente. Apreté y abrió sus ojos. Llevó sus manos a la mía, haciéndose cómplice. Mientras la sostenía me llevé el índice de la mano izquierda a la boca, lo ensalivé abundantemente y con la palma separé su nalga derecha, que agarré con el resto de dedos, mientras apoyaba el índice en su ano.

Nos mirábamos mientras introduje la punta del dedo lentamente. Dio un pequeño saltito hacia adelante que me obligó a reafirmar mi mano en su cuello. Notó la presión adicional en cuello y ano, pues reanudé la incursión. Creo que en ese instante se supo dominada. Se mordió el labio, cerró los ojos y disfrutó el momento.

Solté su cuello para pellizcar su pezón derecho mientras ya tenía dos falanges introducidas. Prosiguió su movimiento sobre la boca de Pedro y poco a poco empezó a gemir. El camino hacia el orgasmo se había iniciado. Cada segundo que pasaba estaba más cómoda, hasta que anunció que se iba a correr. Apuró a frotarse con Pedro y gimió. Su ano convulsionaba sobre mi dedo.

- ¡¡Joder!!! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí, joder!

Se quedó quieta unos segundos más recuperando el aliento.

- "Te lo voy a sacar" - dije para retirarle el dedo poco después.

Al retirarlo soltó un suspiro de gusto. Bajó su cadera a la altura de la de Pedro, se tumbó sobre él y lo besó. Agarró el pene y lo apoyó en su vagina, buscando la penetración. Pedro estaba totalmente empalmado, por supuesto. Ya tenía el glande dentro cuando le dije:

- "Ven, vamos a lavarnos".

Se resistió momentáneamente, ronroneando mientras se erguía, penetrándose totalmente y dando unas pocas cabalgadas a mi semental.

Se levantó para venir al baño.

- "Yo también voy" - dijo Pedro

- "Tú te quedas" - respondí.

Entré al baño seguida de Laura. En primer lugar me lavé las manos y luego empecé a lavarme los dientes. Después de todo estaba recién levantada. Laura no tenía cepillo, así que agarró un poco de pasta con el dedo e hizo lo propio, con abundantes enjuagues.

Cuando las dos acabamos comprobé qué tal le había ido la limpieza con un tierno beso, lento y entremezclando nuestras lenguas que reveló un aliento fresco y apetecible.

Saqué de mi neceser una pera para limpiarme bien por dentro y entré en la ducha.

- "¿Alguna vez has usado una de estas?"

- "No, pero se lo que es."

Empecé a enjabonarme sin mojarme el pelo cuando entraba Laura conmigo en la bañera. Llené la pera, apliqué algo de gel en la cánula y vi cómo me miraba con curiosidad. Me di la vuelta para que pudiera ver cómo lo hacía. Separé una nalga con una mano y con la otra introduje.

- "¿No te duele?"

- "Que va, para nada."

Apreté la pera, introduciendo una buena cantidad de agua. La saqué y retuve el agua dentro.

- "¿Ves? Así de fácil."

Cedí el sitio bajo el chorro de agua para que ella se fuera enjabonando. Mientras lavé la pera y renové el agua que quedaba dentro.

Volví a cambiarle el sitio. Todavía estaba enjabonada, me gustaba lo que veía.

Cogí la alcachofa de la ducha y la apunté hacia el suelo de la bañera, me agaché y solté el agua de mi interior, procurando dirigirla lo mejor posible hacia el desagüe.

- "Toma." - Le di la pera y me di la vuelta. "Métela tú".

- "Uff, eh... vale... Si te hago daño me dices."

- "No lo harás, tranquila."

Puso un poco de gel en la punta, tal como había hecho yo antes, y tras un par de intentos dubitativos empezó a introducirla.

"¿Bien?"

"Perfecto. Ahora aprieta."

El agua entró rápidamente y le dije que sacara la pera. Le di las gracias seguidas de un beso.

- "Vas a probarlo."

- "No se, puede que sí."

- "No es una pregunta. Te has corrido con mi dedo en tu culo y te ha encantado. Vamos a hacerlo bien. Date la vuelta."

Obedeció sin rechistar.

Repetí la operación de soltar el agua de mi interior, que ya salía limpia. Lavé nuevamente la pera, la llené y se la introduje con cuidado. Al apretarla y empezar a meter el agua en su cuerpo dio un respingo.

- "No es para tanto, ¿verdad?"

- "No, pensaba que sería peor."

- Le cambié el sitio para aclararse el jabón y copió mi ejemplo para vaciarse. Repetimos la operación un par de veces más, nos dimos un último aclarado y salimos de la bañera.

Se secaba mirándose al espejo, como una ********* descubriendo su cuerpo.

- "Reclínate sobre el mueble y separa tus nalgas." - dije. Cuando lo hizo me agaché detrás suyo. No las separaba tímidamente, para nada. Las abrió de par en par estirando bien de ellas. Puse mis manos en sus piernas y empecé a lamer su ano.

- "Mmm... que rico... que lengua tienes..."

Cogí un lubricante anal del neceser y se lo apliqué por la parte externa.

- "Mantenlas abiertas."

- "Se empieza a notar un calorcillo."

- "Sí, es normal. Te lo adormecerá un poco y te ayudará a relajarlo. Aguanta ahí."

Yo seguía de cuclillas y aproveché para ponerme yo misma un poco, pero sin tanto remilgo. Lo puse en mi dedo y tras aplicar una pequeña cantidad en el exterior fui introduciendo el dedo. Lo retiré a los pocos segundos, volví a poner lubricante y lo introduje nuevamente en mi interior, procurando que entrara dentro la máxima cantidad.

- "Ahora te voy a meter un poco dentro."

Puse nuevamente lubricante en un dedo y empecé a introducirlo. Lo repetí varias veces hasta que conseguí que entrara una buena cantidad.

- "Lista. Ya verás que bien. Vamos para la cama."

Cogí el lubricante anal y salimos.

- "Sí que habéis tardado..." - dijo Pedro.

- "A la ducha bombón. Te queremos limpio."

Se levantó y mientras se cruzaba con nosotras nos dimos un beso a tres. Un poco torpe, pero excitante.

Mientras él entraba al baño cogí un plug anal, metálico, con la típica joyita azul en la base.

- "Túmbate en el borde, porfa. Levanta las piernas y cógetelas. No hagas fuerza, simplemente déjalo relajado."

Embadurné el plug con más lubricante y lo apoyé en su ano. Empecé a apretar y se abrió camino enseguida. En la parte más ancha se frenó el avance ligeramente, pero entró. Pasado ese punto, su culo lo engulló y quedó perfectamente ajustado.

- "¿Ya?" - preguntó un poco incrédula.

- "Ya. Ha entrado súper bien. ¿Te gusta?"

- "Es curioso, sí. Me gusta."

- "Sigue con las piernas así."

Me arrodillé y empecé a lamer su clítoris, dejando abundante saliva que poco a poco iba resbalando por aquellos magníficos y engrosados labios. Poco a poco alargué el recorrido de la lengua, bajando, abriendo sus compuertas del deseo, descubriendo su lubricación. Con dos dedos cogí la base del plug y empecé a dar pequeños tirones y a moverlo en su interior.

- "Ohh, eso me gusta..."

Fui a la maleta a coger un nuevo juguete. Es un dildo que lleva dos anillas en su base para acoplarse a pene y testículos, que Pedro utiliza para hacerme dobles penetraciones. No es muy grueso, pero sí bastante largo.

Saqué el plug de su culo para insertarlo directamente en el mío. Me sentí muy guarra y noté cómo descargaba flujo extra al momento. Laura no dijo nada.

Lubriqué el nuevo juguete y empecé a metérselo. Fue muy fácil. Entraba más y más y Laura se cogía a la cama mientras gemía y mantenía las piernas alzadas. Pedro salía del baño desnudo, con el pene hinchado pero no erecto.

Se puso a mi lado y le agarré los testículos con una mano sin soltar el dildo del culo de Laura. Tiré de ellos para llevármelos a la boca, besarlos y chuparlos. Acto seguido empecé una felación que rápidamente endureció su miembro. Pedro apretaba desde mi nuca, intentando entrar más en mi boca, pero sólo consiguió que soltara un par de arcadas.

- "Cógelo tú, ve metiendo y sacando, pero no dejes que salga del todo" - dije a Laura. "Y tú" - me dirigía ahora a Pedro - "de rodillas. Cómemelo." Lo dije mientras me ponía de pie, apoyaba un pie en la cama y el otro en el suelo, acercando mi sexo a su cara cuando se agachó.

Pedro pasó sus dos manos bajo mis piernas, apoyando las palmas en mis nalgas, saboreando mi húmedo sexo con fruición. En un par de minutos tuve mi primer orgasmo.

- "En pie" - le dije.

Fui a la maleta y seleccioné un condón de la variedad que solemos llevar.

- "Ya sabes lo que tienes que hacerle" - dije mientras se lo daba.

Pedro lo cogió después de reconocerlo, se acercó a mi oído y me susurró: "me encanta cuando te pones mandona. Me la voy a follar, pero luego o por la noche te voy a reventar a tí a pollazos." Luego mordió el lóbulo de mi oreja.

Pedro no suele hablarme así. Me puso tremendamente cachonda.

Abrió el preservativo y se lo puso. Un preservativo estriado con una lubricación retardante en su interior.

Puso a Laura a cuatro patas y sacó el dildo de su culo. Pasó las anillas por su pene y testículos y encaró el dueto del placer. El dildo quedaba arriba, para el anal. La cogió del pelo y tiró para atras con cierta fuerza.

- "Cuando tengas bastante lo dices".

El dildo es algo más largo que su pene, así que empezó a entrar antes, sin soltarla del pelo. Lo hacía despacio. Al poco de avanzar ya estaba su glande entre sus labios mayores. En un avance lento y sin pausa enterró ambos penes en la muchacha. Ella gemía de la misma forma, continuada y sin pausa, hasta que fue totalmente penetrada. Le dio un minuto para acostumbrarse. Empezó a retirarse y yo colaboraba echando un lubricante corriente en ambos penes.

- "¿Todo bien ahí delante?" - pregunté a Laura.

- "Quiero más."

En un desesperado intento por aumentar su placer se pellizcaba los pezones.

Pedro volvió a avanzar, algo más rápido. En cuatro o cinco repeticiones ya estaba con un ritmo normalizado sin pausas. A la chiquilla se le estaban abriendo las compuertas celestiales del placer. Gritaba a la entrada y a la salida.

Pedro soltó su pelo, separó un poco más sus rodillas para bajar la altura de la cadera de Laura y la cogió a ambos lados de la cadera, afianzando su agarre. Además subió su pierna derecha a la cama. Empezaba la fiesta.

Empezó a subir el ritmo y la fuerza de las penetraciones. En pocos segundos estaba follándola fuertemente, exhalando gemidos cada vez que sus huevos golpeaban a Laura. Ella por su parte gritaba y, no me cabe duda, se corría como loca.

El ritmo se estabilizó, era rápido y duro. Pedro me miraba de vez en cuando mientras me masturbaba en la butaca. Era mi macho obedeciendo, aunque tampoco se puede decir que le costara seguir esas instrucciones.

En un momento dado paró para recuperar el aliento. Laura se acordaba de Dios en voz alta y Pedro resoplaba acelerado. Pedro salió de ella, se quitó el accesorio y aplicó más lubricante a su pene enfundado mientras ambos se recuperaban. La espalda de Laura brillaba por el sudor.

Sin perder la oportunidad Pedro empezó a penetrarla por el culo. Es más grueso, pero ya estaba lo suficientemente dilatada para recibirlo. Volvió a empezar a un ritmo más bajo e iba subiendo. Se reanudaron los sonidos de su cadera golpeando aquellas nalgas, los gritos desvergonzados y el ruido de mis dedos envueltos en flujo.

No sé cuántos orgasmos llevaba Laura. Yo ya buscaba el tercero y no tenía intención de parar hasta que la pareja acabara. Solo echaba de menos el dildo grande, que no nos habíamos traído. Me apetecía sentirme muy llena.

Pasaron algunos minutos de agónico placer y Pedro se detuvo nuevamente para quitarse el condón. Laura se giró.

- "¿Te vas a correr? Hazlo en mi culo, por favor."

Azotó fuertemente su culo y la ignoró mientras iba camino a la maleta. Rebuscó hasta encontrar otro preservativo igual que el anterior. Me miró mientras se lo ponía y se reía.

"Que hijo de puta. Se van a matar a polvos" - pensé.

Se tumbó en la cama, con la espalda apoyada en unas almohadas en el cabecero. Ella le montó y guió su boca hacia un pezón. Por como gritó tuvo que morderlo con fuerza.

- "¿Demasiado fuerte?"

- "Un poco más flojo, por favor."

Cambiaba de un pezón a otro, mordiéndolos o succionándolos con fuerza. Laura se debatía en el umbral entre el placer y el dolor y yo me corría una vez más viéndolo.

En un momento dado la chica cambió el tempo. Empezó a besarle lenta y cariñosamente. Su cadera acompañaba con un ritmo pausado y delicioso.

Reconozco que me sentí celosa. Ya no se estaba follando a mi marido. Le estaba haciendo el amor y lo hacía de maravilla. El sonido del lento chapoteo llegaba claramente hasta mis oídos. Llevó la mano hacia sus sexos y la sacó poco después con el condón que tiró a la cama.

Por un momento me dio un vuelco el corazón y a la vez me excité terriblemente. Me metía dos dedos frenéticamente, buscando desquitarme con mi punto g, mientras aquella muchacha que parecía cohibida un rato antes disfrutaba de las mieles del amor a horcajadas sobre Pedro.

Laura cogió a Pedro de la cabeza y le devolvió sus propias palabras: "Cuando tengas bastante me lo dices." Todo sin detener aquella lenta cabalgada.

No tardó en llegar el momento culminante, cuando Pedro reconoció que se correría en breve.

La chica demostró ser una auténtica Afrodita. Cruzó sus piernas alrededor de la cintura de Pedro, una mano en su mejilla, la otra en su costado. Se quedaron inmóviles, mirándose.

Ella dió un golpe de cadera.

Pedro exclamó "¡Ah!"

Nuevo golpe de cadera.

"¡AH!"

Controlaba los tiempos perfectamente, mirándole a los ojos. Con cada experto movimiento Pedro gritaba más fuerte hasta que se hizo una pausa de bastantes segundos.

Movió lentamente la cadera hacia atrás. Los ojos de Pedro se abrían hasta límites insospechados. Ella susurró algo que no oí bien, después Pedro me contó que le dijo "hazlo", y con un preciso movimiento hacia adelante forzó la eyaculación.

Ella dejó caer su torso hacia atrás, apoyando las manos en la cama. Pedro gritaba con cada descarga, tanto o más que ella, que reía genuinamente como una ************, mirando al techo.

Se abrazaron y quedaron inmóviles.

Puedo decir que contemplé un momento maravilloso, en el que dos personas conectaron a niveles trascendentales.

Me acerqué a ellos con los ojos vidriosos y los abracé a ambos.

- "Ha sido precioso." - dije.

- "Gracias, a los dos. De verdad." - dijo Laura.

- "Necesito descansar media horita" - dijo Pedro.

Los tres reímos, pusimos una alarma y nos tumbamos a descansar.
Published by jahrx
1 year ago
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