Las sandalias rojas en la vidriera...

Esa tarde le dije a mi novio que quería ir de compras.
Daniel respondió que había visto unas lindas sandalias rojas en una vidriera del shopping y que le calentaría mucho verlas en mis pies.
Entonces aproveché para decirle que yo andaba muy caliente también y con ganas de coger; pero no con él, sino con un perfecto extraño…
Daniel me dedicó una mirada de asombro; pero enseguida sonrió, diciendo que ardía de calentura por poder ver eso…
Llegamos casi a la hora en que comenzaban a cerrar los locales.
En el negocio de esas sandalias rojas, solo se encontraba un empleado joven, sin clientes a la vista.
Entramos y Daniel le pidió esas sandalias de la vidriera.
Mientras tanto, yo me senté en una banqueta, abriendo bien mis muslos, para dejar ver la minúscula tanga de algodón, que apenas cubría mis labios vaginales depilados.
El chico se arrodilló frente a mí, con las sandalias en la mano.
Yo ya me había humedecido bastante durante la caminata, pensando en el polvo que seguramente me iba a echar esa tarde, con mi novio de testigo.
Pude ver el bulto que se le iba formando a ese chico entre las piernas, mientras él acariciaba mis tobillos y me calzaba la sandalia en el pie.
Me miró y le sostuve la mirada, guiñándole un ojo.
El flaco ya no se aguantó más y comenzó a acariciar mis pantorrillas.
De repente, me espetó que, si mi novio me esperaba afuera, él podría enseñarme lo que es coger… Me hice la sorprendida con tanto atrevimiento de su parte. Pero enseguida le sonreí con complicidad…
Le dije que mi novio iba a presenciar la manera en que él me cogía.
Ahora el sorprendido era ese chico tan atrevido.
Daniel solamente escuchaba y nos miraba en silencio.
Me calcé las sandalias rojas y me puse de pie, diciéndole a mi novio que iría a la trastienda con ese chico tan lindo…
El pibe sonrió, tomando mi mano y arrastrándome hacia el fondo del local.
Una vez allí, corrió una pesada cortina y comenzó a comerme la boca, mientras mis manos descendían a acariciar su abultada erección.
Enseguida tironeó mi breve falda y mi tanga de algodón, dejándome vestida solamente con esa camisola larga que me cubría la cola y esas sensuales sandalias rojas de taco alto.
Se bajó los pantalones, dejándome ver una verga de lindo tamaño.
Era una cosa más larga y gruesa que la que cargaba Daniel...
Me acuclillé frente a él y tomé esa verga ya endurecida entre mis dedos; pero el chico dijo que quería cogerme sin tantos preliminares. Después de todo, esa verga ya estaba bien tiesa y erecta.
Entonces me hizo tumbar boca arriba sobre la alfombra y me abrió los muslos con sus manos. Sus dedos pronto entraron en la humedad de mi concha, descubriendo que yo llevaba una calentura galopante.
Se inclinó y su lengua pronto llegó a mi pubis.
Se detuvo un instante para aspirar mi tremendo olor a hembra en celo.
Entonces, apoyándose sobre los codos, me penetró por mi lubricada concha con una estocada certera, que me provocó un prolongado gemido de placer.
Comenzamos a movernos con ritmo; mientras Daniel nos observaba desde un rincón, en silencio.
Después de un largo rato cogiendo en esa postura, lo empujé boca arriba y comencé a cabalgarlo, dirigiendo yo misma la cogida, con esa gruesa verga hundida hasta el fondo de mi concha hambrienta de pija.
Mientras me balanceaba sobre esa verga con los ojos cerrados, me sobresalté al sentir la lengua de Daniel lamiendo mi estrecha entrada anal.
Mi novio no acostumbraba a darme muy seguido por el culo; pero esta vez era evidente que la calentura también lo había superado a él.
Le sonreí y asentí en silencio…
Entonces tuve mi primer orgasmo, mientras seguía rebotando sobre la pija dura de ese chico. Antes de poder recuperar el aire, sentí que la punta de la verga de mi novio ya intentaba invadir la estrechez de mi ano.
Comencé a debatirme sin dejar de cabalgar, pero al final acepté que la verga de Daniel entrara a fondo en mi estrecho recto.
Los tres muy pronto encontramos un buen ritmo sincronizado, lo cual me hizo delirar de placer y gozo.
El pibe fue el primero en acabar. Tensó la espalda levantándome en el aire y luego volvió a caer, aullando como loco y explotando; llenándome el vientre con su semen hirviente.
Luego fue mi turno, ya que tuve mi segundo orgasmo; mucho más intenso y audible que el anterior, todavía empalada en la verga del chico y sintiendo el bombeo de Daniel por atrás…
Mi lindo novio comenzó a embestirme el culo con más ganas.
Antes que Daniel acabara en mi ano, yo tuve mi tercer orgasmo; esta vez más intenso que nunca. Me hizo temblar todo el cuerpo y estremecerme.
Caí exhausta sobre el pecho del chico y entonces Daniel aprovechó para penetrarme más a fondo. Eso lo hizo acabar casi al instante, aullando los dos de placer, mientras yo sentía su semen caliente llenándome por completo el canal rectal.
Daniel se salió de mi culo y yo desmonté la verga del pibe.
Mi novio fue al baño y, cuando regresó, me encontró en cuatro sobre la mullida alfombra, con la verga tiesa de ese flaco hundida hasta el fondo de mi ano ya bastante dilatado y bien lubricado.
El pibe me rompió la cola sin piedad; haciéndome aullar, jadear y disfrutar de una cogida tan fuerte y bruta.
Después de acabar los dos gritando a todo pulmón, les dije a los dos machos que yo ya había tenido suficiente, con mis orificios dilatados y repletos de semen…
Nos despedimos del vendedor y salimos del local; obviamente, con las sandalias rojas en una elegante bolsa de compras.
Daniel me preguntó si iba a repetir la experiencia con ese pibe y le sonreí:
“La próxima vez voy a venir yo sola…”
Published by malebens
4 years ago
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