Juanito hijo D S C Madre

El examen había ido mejor de lo previsto. La verdad es que este el último curso de la carrera me estaba resultando un paseo. Apenas tenía que estudiar y sacaba las mejores notas.

No fue siempre así y, cuando empecé me costó mucho adaptarme a la carrera, el salto entre el instituto y la universidad fue bastante notorio, al menos para mí.

En el instituto saqué muy buenas notas, pero al final, era un temario que te daban mascado y que tenías que “vomitar” el día del examen. En cambio, en la facultad, al menos en mi facultad, tienes que buscar mucha información y saber distinguir entre lo útil y lo inútil.

Hablo desde mi experiencia universitaria, sé que hay otras experiencias diferentes según la carrera y la universidad. Por no hablar de la facilidad con la que los niños de papá aprueban en las universidades privadas. Ese no fue nunca mi caso pues mi padre murió cuando yo apenas contaba catorce años y mi madre tuvo que hacer grandes esfuerzos por mantener el hogar y costearme los estudios, si bien es cierto que yo siempre tuve beca y mis gastos los mantenía bajo mínimos, saliendo poco, no haciendo viajes (al contrario de lo que hacían todos mis compañeros), estudiando en la biblioteca pública en lugar de comprar los costosos libros o bien, descargándolos, “de aquella manera” desde internet.

El caso es que el primer año de biotecnología fue muy duro y en el primer cuatrimestre no aprobé nada. Aquello me puso en crisis y dada la situación de mi madre, me planté dejar los estudios para comenzar a trabajar. Mi madre me insistió y yo me puse las pilas estudiando cada día y llevando las asignaturas al día y controladas. Pronto se notó el cambio y en el segundo cuatrimestre ya había conseguido encarrilar algo la situación. Los siguientes años fueron mejorando y ahora me encontraba en la cresta de la ola. Todo ese trabajo y horas de estudio ahora daban su fruto y ya tenía apalabrado un puesto de trabajo en cuanto presentara el proyecto fin de grado.

Mi rutina diaria era asistir a clase, pasar al menos, cuatro horas en la biblioteca, comer algo rápido, gimnasio y volver a casa para cenar y dormirme leyendo libros relativos a mi especialidad.

El tiempo de conversación con mi madre se había reducido enormemente a unos pocos minutos durante la cena. Supongo que como nos pasa a todos, la convivencia había degenerado y no encontraba el momento de abandonar la casa.

Una cosa no quita la otra y, aunque, como ya he mencionado, valoraba todos los esfuerzos de mi madre por mantener la casa, lo cierto es que la vida en ella se me hacía claustrofóbica y quería volar. Suponía que estos sentimientos eran lógicos y comunes a todos los hijos.

El camino a casa desde la facultad fue también un viaje mental en el que programaba y planificaba el final de carrera, el inicio de mi vida laboral y mi independencia. Cuando me quise dar cuenta las llaves de mi casa tintineaban en mi mano y abría la puerta en piloto automático como quien pestañea. Ensimismado como estaba en mis pensamientos no advertí el desorden del salón ni la ropa caída al suelo y sobre los muebles.

Me dirigía a la cocina cuando al fin mi vista consiguió fijarse en el aquí y en el ahora. En el salón se encontraba mi madre desnuda tapándose como podía sus partes.

A pesar de sus intentos por taparse pude escanear por completo las formas de su cuerpo. Nunca había prestado especial atención a las mismas, pero ahora observaba a toda una mujer con un aire juvenil que había estado opacado para mi hasta ese momento. Su piel clara evidenciaba los signos de la edad, pero sus ejercicios diarios habían logrado mantener todo bastante en su sitio, sus pechos eran grandes y rellenos, aunque bastante caídos, no obstante, seguían ganándole la batalla a la gravedad. Todo su cuerpo rezumaba lujuria, pero lo que me terminó de vencer fue su pelo moreno cayendo sobre su rostro mostrando sólo un ojo negro que me observaba con vergüenza tratando de ocultar la lujuria de una madre.

Mi campo visual fue abriéndose poco a poco hasta observar que tras ella se encontraba mi primo Juan, tres años más joven que yo y al que siempre le había visto formas amaneradas.

Si bien mi madre mantenía la compostura que le quedaba ante él encontrado mi primo no pudo aguantar la tensión y salió disparado a coger la ropa y salió al rellano de la escalera totalmente desnudo con la mitad de la ropa echa un ovillo en su pecho.

El portazo de la puerta me hizo reaccionar y un torrente de emociones se agolparon en mi interior. Sentía vergüenza, ira y una punzada de celos que no sabía explicar. También traté de no pensar en la erección que palpitaba en mi pantalón…

- Hijo, no es lo que parece - dijo Laura, mi madre, soltando el mayor de los clichés

- Bueno, ¿de qué se trata entonces? - dije yo con una falsa tranquilidad - porque desde aquí parecía que te estaba dando por culo el inútil de Juan… - acabé la frase sin poder ocultar más la rabia que me comía por dentro.

- Tú tía me pidió ayuda con Juan… - comenzó a llorar mi madre coloreando de tonos rosados toda su piel

- Vaya ayuda… - dije mientras me iba hecho una furia a mi dormitorio.

Tenía que salir de esa casa ya. Aquello era la gota que había colmado el vaso. No sabía muy bien porque, pero ahora sentía traición y celos. Aunque no quisiera admitirlo y nunca hubiese pensado en ello, no podía evitar pensar porque mi primo Juan había disfrutado de los placeres de esa hermosa mujer y yo no. También me enfurecía no haberla visto con esos ojos en todo este tiempo y me avergonzaba también por hacerlo ahora.

Comencé a sacar mi ropa del armario y a meterla en la maleta que guardaba en el armario mientras mi madre sollozando me hablaba desde la puerta tras haberse tapado con una camisa que apenas si el cubría el pubis.

- ¿Qué estás haciendo? - preguntó mi madre

- No pienso pasar más tiempo en esta casa - grité yo mientras seguía recogiendo mis cosas - esto es el colmo. A saber cuanto tiempo te has estado follando a Juan… - corte la frase a mitad antes de añadir “a mis espaldas”

- Lo de Juan sólo ha sido un favor… - gritó mi madre - de todas formas, yo soy libre de follar con quien quiera y no debo explicaciones a nadie.

- Claro que sí, haz lo que quieras - repliqué yo, ¡loco de ira - fóllate a todos!

Mi madre se acercó rápidamente para impedir que siguiera haciendo la maleta agarrándome ambos brazos, soltando su camisa y dejando al descubierto sus pechos bamboleantes y su poblado coño.

- No me trates como a una “cualquiera” - la ira había sustituido en gran medida a la vergüenza - Recuerda que hablas con tu madre y que he cuidado de ti y te lo he dado todo yo sola

- Ya veo como cuidas de los demás también - repliqué

- ¡Así que es eso! ¿Te m*****a que estuviese follando con Juan o que no estuviera follando contigo? - dijo mi madre sorprendiéndome por completo y dejándome sin palabras

No podía articular palabra ante esa sentencia y sólo pude revolverme para soltarme de sus manos al tiempo que le sujetaba las muñecas e iniciábamos un forcejeo en el que su cuerpo quedó completamente descubierto.

Ante tal visión no pude evitar quedarme inmóvil agarrando sus muñecas mientras mi polla tenía una erección que golpeaba la bragueta del pantalón. Mi madre se fijó en la notable erección y me miró a los ojos. La mezcla de sentimientos de ambos era ingobernable pero finalmente la lujuria y el deseo ganaron la batalla lanzándonos el uno al otro en un beso pasional y húmedo.

Mi madre fundió su cuerpo contra el mío pudiendo notar tus voluminosos pechos sobre mi y clavando mi hombría en su vientre.

Con mis manos ya sin disimulo agarraba su culo separando las nalgas y buscando su vulva desde atrás. Ella por su parte ya había desabrochado mi pantalón y tenía sus dos manos dentro de mis calzoncillos agarrando con fuerza mi polla. Nos seguíamos besando con una intensidad tal que costaba mantener la respiración, mezclando nuestras lenguas hasta el límite de nuestros frenillos y generando una lluvia de saliva que mojaban sus pechos y mi torso.

Baje mi cara hasta sus pechos para chupar con fuerza aquellos pezones que me amamantaron tiempo atrás. Ella se retorcía de placer agarrándome el pelo con su mano derecha mientras con la izquierda me masturbaba frenéticamente. Paró un momento su masturbación para dejar caer una gran cantidad de saliva sobre mi pene para continuar su paja con mayor énfasis, si es que eso era posible.

Yo llevé los dedos de mi mano derecha a su boca para que los chupara y tras dejarlos brillantes y empapados los introduje con presteza en su vagina. Ambos disfrutábamos de una masturbación mutua arqueando las espaldas hacia atrás agarrados a las partes del otro.

Ella iba tirando de mi polla hacia su vientre al mismo tiempo que yo hacía lo propio agarrando su pelvis desde el interior de su vagina hasta que mi polla chorreante rozaba todo su pubis y vagina.

Sin poder contenernos más nos agarramos mutuamente de las nalgas y empezamos a frotar mi polla contra la entrada de su vulva hasta que pasados unos momentos de duda y excitación ambos generamos una penetración profunda al unísono.

Mi madre comenzó a gemir al tiempo que yo bufaba penetrándola una y otra vez. La excitación era incontrolable estando ambos al borde del orgasmo y la locura.

Notando ella la cercanía del orgasmo, se retiró de mi para darse la vuelta y apretar sus nalgas contra mi mientras se apoyaba en la cama. Yo no esperé más y empecé a penetrarla desde atrás al tiempo que echaba mi cuerpo sobre ella y agarraba sus generosos senos que llenaban mis manos.

El sudor corría por nuestros cuerpos, habíamos perdido la noción del tiempo y la poca vergüenza que nos quedaba y aceleré mis embestidas mientras ella se masturbaba buscando el orgasmo.

Esta vez fui yo quien notando que se encontraba cerca del mismo, cesé la penetración para abrazándola con fuerza la eché a la cama acomodándonos para un 69, húmedo, lujurioso e i****tuoso.

Mi madre escupía y me pajeaba con rapidez buscando mi eyaculación mientras que yo presionaba con mi lengua su clítoris mientras los dedos de mi mano derecha buscaban en el interior de su vagina el punto rugoso tras el que se encontraba el premio que ambos deseábamos y con mi mano izquierda comenzaba a penetrar su ano, para poco a poco combinar mis lametones a toda su vagina con una doble penetración digital.

Mi madre comenzó a gritar y a convulsionar agarrando mi cabeza para que no la separase de su entrepierna, la cual chorreaba fluidos en un orgasmo intenso pudiendo notar como el interior de su vagina se contraía contra mis dedos.

En ese instante yo tampoco pude contenerme más y empecé a eyacular, como pocas veces antes, al tiempo que mi madre se introducía el glande en su boca lamiéndolo y tragando la leche que podía mientras seguía moviendo su mano arriba y abajo.

Ambos continuamos la masturbación mientras nuestros orgasmos decaían hasta que paramos por completo, yo dejando mis dedos dentro de ella y ella agarrada a mi polla semierecta y con su cara apoyada en ella.

Mantuvimos la mirada por lo que parecieron horas.

- ¿Y ahora qué? - dijo mi madre al tiempo que mi polla comenzaba a erguirse de nuevo… DIGAN LE NO A LA MÚSICA DE BAD BUNNY ECHEN LE AGUA BENDITA
द्वारा प्रकाशित sonidero
1 वर्ष पूर्व
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